Esta Argentina que que amamos y que nos une fraternalmente nos ha obligado a un compromiso cívico ineludible. Hay que recuperar la Democracia.
Tuvimos una hermosa oportunidad en los 80, Ese idealismo fue aplastado por el imperio neoliberal. Los 90 devastaron la economía pública: empresas de producción y de servicios cedieron ante la voracidad foránea y la de sus socios locales.
El futuro más digno se podrá alcanzar si llevamos la economía hacia el dominio de los pequeños y medianos empresarios. Las PyMes son el instrumento más apto para recomponer la democracia económica y fundamentar la estabilidad política.
La contienda más urgente es hacerle frente a la concentración monopólica. Urge contar con un programa de crecimiento y reparto equitativo que ponga al Estado en pos de orientar y asistir a los pequeños empresarios. Debe armarse una red que reparta el mapa de pymes por todo el territorio, sea en nuevos nichos de producción o como satélites de las industrias actuales de alta concentración. Habrá que hacer fluir el crédito accesible y alentar a la agremiación de productores para reforzarlos ante la omnipotencia monopólica.
Se requiere una nueva estructura impositiva que enfile hacia el estímulo productivo y abandone la sobrecarga al consumidor. No faltarán situaciones en las que se deba forzar la disolución del manejo monopólico de actividades que deberán pasarse a estructuras de pequeños propietarios.
La cooperación, tanto en el industria y los servicios como por el flanco del consumo favorecerá el frente antimonopólico. La democracia sindical es otro objetivo insoslayable para erigir agentes en el debate y las propuestas de recuperación nacional.
Acercar las universidades a los protagonistas del quehacer económico es otra gestión que será positiva ante el desafío nuevo.
Este pobre sistema de democracias endebles con aparatos públicos agigantados y con goliáticas formaciones monopólicas sólo podrá enderezarse con más equidad, más libertades y responsabilidades: con menos impunidad y mayor participación popular.
Hay que recomponer un cuadro de partidos que se sustente regionalmente y dé pie al federalismo más genuino. Habrá que renunciar a los sellos inertes y regenerar agrupaciones dinámicas y atrayentes.
El Mercosur es el marco necesario y urgente para avanzar en la consolidación de las democracias continentales. Servirá para establecer nuevos órdenes jurídicos y renovados tribunales dotados de mayor distancia respecto de los factores de poder locales. Hay circunstancias a juzgar que merecen un encuadre superior al de los condicionamientos nacionales. Tribunales del Mercosur podrán aportar objetividades más serias en el rol judicial.
Llevar al aparato público a dimensiones razonables, revisando la sobrecarga de fuerzas militares y de seguridad, que son grandes consumidores de los presupuestos nacionales, también encontrará en el Mercosur un escenario más propicio, apto para unificar políticas y recursos.