domingo, febrero 07, 2010

Érase una vez...




Érase un planeta en el que cada día morían 25.000 personas por desnutrición. De esas personas, cada treinta segundos moría un bebé por no poder ser alimentado.



Érase un planeta en el que un Organismo internacional, llamado ONU, avalado por los presidentes de los países que componían aquel planeta, pidió una ayuda urgente de 6.000 millones de dólares para una solución de emergencia contra ese hambre atroz que mataba y mataba a la gente, a seres humanos como cualquiera de los demás, con un cara, un nombre, unos sentimientos, una familia, unas emociones.....



Ese mismo Organismo calculó que con 20.000 millones de euros al año, el hambre desaparecería del mundo. Ya no morirían más bebés cada treinta segundos, y las imágenes de niños desnutridos, de vientres abultados, de caras angelicales convertidas en espectros moribundos, desaparecerían para siempre de las conciencias de quienes tenían en su mano la solución.



Pero aquellos que tenían la posibilidad de lograrlo, es decir los países, es decir sus gobernantes, es decir cada uno de los ciudadanos que vivían en dichos países, no hicieron nada o casi nada, y la ayuda solicitada no llegó. Y el hambre siguió siendo la embajadora de muchas zonas de aquel planeta, y los bebés siguieron muriendo cada treinta segundos.

Érase una vez un planeta en el que hubo una crisis financiera, y grandes Entidades que habían ganado millones y millones de dólares y de euros, dijeron tener serios problemas para poder seguir dirigiendo y gestionando la economía mundial, además de seguir ganando millones y millones de dólares y de euros.



Y entonces los países que podían hacerlo, y sus gobernantes, y sus ciudadanos, apoyaron unas medidas urgentes y extraordinarias porque todos estuvieron de acuerdo en que estaban ante la mayor y más grave de las crisis a las que se podían enfrentar. ¡Era una situación de vida o muerte¡



Y esos países consiguieron aportar, en una sola semana, más de dos billones (con B de bondad) de euros para resolver ese grave problema.



Érase una vez un planeta en el que unos pocos querían ser más y gritar que con menos del 1% anual de aquellos más de dos billones (con B de bondad) , se salvarían 25.000 vidas (con V de vergüenza) cada día, y dejaría de morir un bebé (con B de ¡basta¡) cada treinta segundos.