jueves, diciembre 29, 2005

La política, desde los cabildos


Los municipios bonaerenses están organizados defectuosamente.
Sus gobiernos se debilitan cada vez más en confianza y representatividad.

Probablemente la causa más seria de esa degradación resida en la partidización de los organismos ejecutivos. Cuando una agrupación política distinta a la que esté mandando alcanza el gobierno municipal recompone los cuadros directivos reemplazando a los funcionarios con autoridad ejecutiva. Los secretarios, subsecretarios, directores, subdirectores y los jefes departamentales deberán irse (cuando no integren la planta estable) o ser acomodados en jerarquías inferiores.

Esta partidización afecta la estabilidad, la actitud, el desempeño de aquéllos que durante un periodo pretenden asumir un rol ejecutivo. A la vez, debilita la posiblidad de desenvolver estrategias de largo plazo.

La solución es llevar la política a los Concejos Deliberantes. Que los intendentes sean quienes presidan los cabildos y sus secretarios y directores, personal de carrera, concursado.
El esquema que proponemos consiste de:
1- Las autoridades municipales son elegidas mediante programas y listas diseñados por los partidos. Se trata de los miembros del Concejo, incluyendo al Intendente.
2- Las propuestas programáticas deberán separarse por campo. Los partidos confeccionarán sus estrategias separadamente, según correspondan a economía, acción social, salud, cultura, etc. Cada sección mostrará los candidatos a llevarlas a cabo en el Concejo. De ese modo, las áreas políticas de la comuna estarán legitimadas individualmente por el voto ciudadano.
3- Los más altos funcionarios del Ejecutivo municipal serán designados por los colegios profesionales y técnicos y por las escuelas de arte. Así, para Secretarios y subsecretarios; para directores y subdirectores.
4- Los delegados barriales serán elegidos por sus vecinos.
5- Los sueldos expresarán las menores diferencias posibles entre las categorías. La dedicación y el cumplimiento se premiarán ampliando licencias, anticipando jubilaciones, antes que ofreciendo más y mejores posibilidades de consumo. No hay justificación para un sueldo que apenas deje subsistir a una familia por el hecho de que su receptor sea un simple empleado...Y que su jefe disfrute de bienes y halagos materiales por enfrentar responsabilidades mayores.
6- Los intendentes presidirán los Concejos y dirigirán los programas votados mayoritariamente, controlando su cumplimiento.
7- Los Concejos dispondrán comisiones de acuerdo a las áreas puestas a votación popular.
8- La Justicia municipal eliminará los castigos monetarios. Estos son regresivos y penan a los menos pudientes. Las infracciones significarán restricciones sobre los derechos de usufructo otorgados por la vecindad. (sea para conducir, para ejercer una actividad económica , etc.). Los jueces serán elegidos, como autoridades municipales, por el colegio profesional (con acuerdo del HCD).
9- Los municipios dejarán la administración de hospitales, los que serán regionalizados.
10- La financiación de los servicios básicos deberá basarse en la equidad. Ante la penuria económica, que castiga sobremanera a los menos pudientes, las prestaciones meritorias (como el transporte público urbano de pasajeros) tendrán que cubrirse con recursos ajenos al mercado. Las necesidades elementales tienen que ser respondidas con el esquema impositivo, que en lo ideal redistribuye las capacidades económicas individuales y sectoriales.
11- Los jefes policiales serán elegidos y ratificados conjuntamente con los gobiernos municipales. Los comisarios seccionales serán votados conjuntamente con los delegados barriales.
12- Los intendentes integrarán concejos regionales que se ocuparán de las cuestiones de defensa del medio ambiente, metas y estrategias sociales y productivas, desarrollos educativos y tecnológicos, seguridad, etc. Estos concejos regionales estarán vinculados al gobierno provincial a través de los legisladores seccionales.

viernes, diciembre 23, 2005

Cien Mil Familias Asociadas

Desde hace poco menos de un siglo que los bahienses instalamos la que hoy es la cooperativa de consumo más grande de Argentina y una de las tres más importantes de América.

¿Es que realmente nos damos cuenta de lo que eso significa? Cien mil familias asociadas para comprar, darse crédito, pasear por un lujoso Shopping...Y al mismo tiempo, sosteniendo otra estructura comercial (en buena medida, de dueños de afuera), que compite con nuestra propia organización.

Es muy probable que la mayoría de los vecinos responda: “A mí, la Coope no me da nada”; o, “En muchas cosas es más cara que la competencia”; o, también: “Qué vamos a ser dueños los socios. “Ahí hay un grupo ‘que corta el bacalao’”.

Si uno se pone a pensar en serio, cuesta creerlo. Cien mil familias que podríamos juntarnos mucho más que lo que lo estamos ahora. Basta imaginar la alegría de un empresario al cual una cooperativa de compradores le pide 100 (...o mil) de tal cosa, a entregar en tal fecha...Sin gastos de propaganda ni pérdidas inútiles buscando atraer a la demanda.
Eso es obvio porque con sólo recordar lo que es “la patria contratista” sabemos de empresas que le venden al Estado (que, en este caso, actúa como una cooperativa de contribuyentes) y que ya conocen de antemano cuándo entregar, con qué calidad producir, en qué momento cobrar. Así creció la industria aeroespacial, la de comunicaciones, la de armamentos...

Es de esperar que pronto surja ese choque de realidad que nos haga ver con madurez lo que realmente hemos conseguido en 80 y pico de años y que nunca deberemos resignar. Esa organización nos pertenece y debemos hacer que fructifique en todas y cada una de sus posibilidades.

sábado, diciembre 17, 2005

Inflación: disfraz de la lucha de poderes






Tras la 2ª. Guerra mundial la inflación se hizo más notoria en Sudamérica.

A medida que los poderes conservadores debían ceder ante las democracias incipientes, las economías se empobrecían. La fortuna hizo cada vez más ricos a los menos.

Los intelectuales de la economía buscaron explicaciones a la inflación. Se habló de descontrol público, de exceso en los consumos populares o del afán de imitar a las sociedades más prósperas.


Pero la inflación no es más que el resultado del desequilibrio que promueven los formadores de precios: los monopolios de la economía.

Comienza, tras la segunda atrocidad internacional, una sucesión de programas y recetas sucesivamente industrialistas y monetaristas. Se afirma entonces un dogma potente: el de la Economía Social de Mercado, que embriaga a los principales estadistas y académicos. Son las propuestas neoliberales.

Al mismo tiempo, se desgarra un Sur hambreado y estéril.

Aquella doctrina, seguida aquí por los Cavallo, los Alsogaray, los Alemann, se instala en el poder constitucional cuando Menem, tras sus dos hiperinflaciones, pacta con el poder conservador (1991).
Milagrosamente, cede la inflación paralelamente a las privatizaciones y el congelamiento del dólar. Esos días ven a D.F. Cavallo honrar a nuestros acreedores con las máximas distinciones nacionales.

La inflación no pasaba de ser el disfraz que oculta de qué modo está repartido el poder.
Ese manto lleva a votar por la reelección en 1995, habiéndose usado el terror inflacionista: “O Menem, o la inflación”.

En un ámbito atestado de denuncias de corrupción, el poder financiero real, el empequeñecedor del Estado, acorrala a la democracia argentina.

Los partidos no escapan del vaciamiento. Se están mostrando como cáscaras sin contenido, comprimidas por las luchas internas. Las urgencias electorales han impedido recrear doctrinas y consolidar dirigencias y militantes. Las internas ahogan a las plataformas.

El poder cierto separa a mandatarios de sus bases, que son sus electores y controladores genuinos.
Por todo, estamos obligados a edificar democracias que sirvan de edificio a los justos repartos de la riqueza. Sin justicia social sólo habrá más concentración.

Los partidos son fundamentales y deben luchar por preservar el bienestar popular. Solamente con democracia habrá legitimidad en las relaciones entre el pueblo y sus dirigentes. Es corrupción el que ese espacio lo ocupen los dueños de los medios de comunicación.

Los países fuertes tienen que entender que todo el sistema mundial está en riesgo: hay que achicar la distancia entre la saciedad y el hambre. Asistir a las naciones débiles servirá a la paz mundial.

Pero hay que entender que las recetas tradicionales no son eficaces. Sólo hay democracia cuando cada voz es un voto: cuando el poder está individualmente repartido.

Por ello, los consumidores tenemos una responsabilidad fundamental. Tenemos que reconstruir las economías. Agruparnos para ocupar espacios irrenunciables. No podemos seguir entregándoles a los empresarios la conducción de las economías. Se seguirá produciendo mucho de lo inservible y continuará mal distribuido lo imprescindible.La organización de los consumidores, cooperativizados, mutualizados, ayudará a corregir los desvaríos de un empresariado entregado a recetas y dádivas externas

miércoles, diciembre 14, 2005

Oferta y demanda son ajenas a las necesidades


La vivienda es un derecho que toda sociedad debe atender en respeto a sus integrantes.

La obligación de cualquier gobierno es cumplir en que cada ciudadano que procure trabajo lo encuentre. Los esfuerzos de todo gobierno deben estar encaminados a que cada familia pueda acceder a su sustento a través del trabajo de sus componentes y a la vivienda que provea albergue al núcleo.

El mercado no lo puede resolver. Como lo muestran los dramas actuales, inquilinos y locatarios están en plena batalla para ver cuánto se puede ganar con los inmuebles y con qué poder atajar el desquicio presupuestario de los que no tiene casa propia.

CIVISMO lo planteó con el problemón de los colectivos locales. No se puede financiar una necesidad (la de moverse al trabajo, a la escuela, al hospital) con un boleto que cada vez es más difícil pagar para quienes más necesitan ese servicio. Habrá que pensar en cubrirlo con el presupuesto municipal.

La alternativa más ventajosa será probablemente mutualizar a los inquilinos y unirlos en las defensas de sus debilidades frente a quienes medran con la necesidad ajena. Saquemos del tema, por supuesto, al sector de alquileres fuera del albergue básico.

La cooperación hará más fuertes a los débiles y ayudará a organizar las soluciones más saludables.
Cooperativas contenidas por localidad y bien comunicadas entre sí. Con mucho apoyo administrativo municipal. Y, de paso, trazar algún plan de construcciones que de una luz de esperanza a quienes no acceden a vivienda propia.

No creemos en arreglos a nivel público porque semejante estructura lleva a la coima y la corrupción. La gente misma tiene que hacerlo y controlarlo.

Estamos ante una nueva herida causada por los 20 años de neoliberalismo. Nos hemos empobrecido groseramente mientras una minoría disfruta de ese saqueo. Y no sólo el reparto despreciable de los frutos sociales es lo que nos castiga, sino que llevaron a este (y muchos otros) proyecto de democracia a su más alto punto de disolución. La facilidad con la que se armaron alianzas enseña que hay todo un plan de sometimiento al que algunos dirigentes se afiliaron y otros callaron.

jueves, diciembre 08, 2005

Debemos recuperar la militancia partidista


Hace falta una ley urgente que convoque a formar agrupaciones vecinales en todos las comunas argentinas.
Que se las llame a integrar con el aval del 1% de la población de cada distrito. Propondrán proyectos para su municipio y la región y los nombres que llevarían adelante esas iniciativas. Cada agrupación buscará ocupar cargos para asesores y ejecutores. Los primeros quedarán en comisión mientras dure el proceso. Los ejecutores (titulares y suplentes) serán los representantes comunales en las responsabilidades siguientes.
Cada agrupación deberá proveerse del asesoramiento que requieran las áreas del gobierno municipal y provincial. Propondrá gente para llevar adelante esas recomendaciones. S disolverán una vez constituidos los organismos de debate, acción y control. Para esto deberán fijarse plazos adecuados.
Cumplidas las elecciones distritales surgirán los proyectos más votados y los candidatos más respaldados. Esas plataformas y hombres se reunirán regionalmente (respetando el seccionamiento existente, como las seis de la provincia de Buenos Aires) para debatir las propuestas seleccionadas para sus respectivos distritos.
Los elegidos serán remunerados equitativamente, obligados a dedicación exclusiva a su representatividad, presérvandose puestos de trabajo.
Cada región determinará un plan que se elevará a nivel de la provincia. Ésta será otra instancia de debate, para definir las prioridades y los cursos de acción, además de los candidatos. Los organismos regionales operarán en asesoramiento y control de los representantes a la provincia mientras éstos permanezcan con sus mandatos.
Habrá cuerpos de asesores vecinales que reemplazarán a los Concejos Deliberantes. La principal figura del Concejo pasará a ser Intendente. El Ejecutivo municipal será de extracción concursal y estable, representará a los los organismos profesionales y técnicos del distrito en todos sus ámbitos culturales. Todos estarán por periodos de cuatro años, compensados equitativamente.
La instancia provincial congregará a las representaciones regionales y se conformará un cuerpo que reemplazará al actual congreso. Otra vez, el titular del congreso será designado gobernador, llenándose las áreas ejecutivas con representantes elegidos por los colegios profesionales y técnicos de ese estado.
Yendo más allá, representantes de los congresos provinciales integrarán el de nivel nacional, del cual surgirán el presidente y el vice de la Nación, por un cuatrienio.
Esta idea intenta lograr la plena participación popular en el diseño de las políticas, buscando su fundamentación en las comunas. Pretende despartidizar los organismos ejecutivos, profesionalizándolos. Disuelve las estructuras inoperantes que arrastran sellos de partidos tradicionales y que sirven más que nada para el beneficio de figuras históricas.
La democracia que quisimos conseguir está en claro riesgo de derrumbe. Un País en paz reclama participación popular, sofocar la corrupción, promover la equidad.

(Agradecemos el envío de la ilustración de esta nota, que sirve para mostrar todo lo contrario de lo que necesita esta Democracia).

sábado, diciembre 03, 2005

Picardías periodísticas


Las investigaciones sobre los medios de comunicación de masas muestran que cada diario tiene su público lector. En nuestro país, que no es ajeno a esto, se advierte lo siguiente:


Página 12 es leído por la gente que hoy dirige el país.

Clarín por la gente que piensa que dirige el país.

Ámbito Financiero, por gente que piensa que debería dirigir el país.

Infobae, por quienes piensan que ellos deberían dirigir el país, pero no entienden a Ámbito Financiero.

La Nación es leído por la gente que no tendría problemas en dirigir el país, si pudiera hacerse el tiempo.

La Prensa, por aquellos cuyos padres acostumbraban a dirigir el país.

Crónica es leído por gente que no está muy segura de quién está dirigiendo el país.

Diario Popular por gente a la que no le importa quienes están dirigiendo el país, en tanto hagan algo escandaloso.

La Razón por gente que no está segura de que haya un país o de que alguien esté dirigiéndolo

The Buenos Aires Herald es leído por la gente que está dirigiendo otro país
Ahora: ¡a ubicar a La Nueva Provincia en una de esas categorías!
(El Señor de la foto es Carlos Enrique Quiroga, un pampeano brillante, acostumbrado al periodismo en serio. A él, nuestro cordial reconocimiento de siempre)

La salida es rumbear hacia la equidad


Una sociedad como la nuestra tiene la obligación de plantearse fuertes alternativas de gobierno que permitan recuperar democracia y aliviar la amargura de quienes padecen desprotección y hambre.

En serio. Hemos demostrado una enorme incapacidad para crear empleo. Nos distinguimos a lo largo de una década en la que, ostentando el 1 a 1 de Cavallo- Menem, aplastamos las fábricas argentinas, nos gastamos toda la plata en turismo al extranjero, les dimos a algunos pulpos el poder de las empresas públicas, diluimos partidos políticos y sindicatos y engordamos a los grandes dándoles la riqueza y el control de los medios de comunicación. Al mismo tiempo, llegamos a tocar los 200 mil millones de dólares de deuda externa.

Ese decenio infame abonó la corrupción en todos los órdenes: la justicia, la seguridad, la educación, la salud, la gobernabilidad.

Por supuesto que soportamos un ambiente mundial donde se consolidaba la vocación imperial que domina la política nortemericana y la de sus aliados europeos.

Pero es extraño que un país que pudo generar la confianza que nos metiera en semejante endeudamiento no sea socialmente capaz de forjar alternativas de recuperación.

Es llamativo que nos haya quedado una nación tan fragmentada como ésta, en la que subsisten mayorías sumamente empobrecidas con agraciados que sostienen consumos y veleidades de jet set.

Hacer política en democracia es rumbear hacia la equidad. O sea, tratar de igualar creativamente a los que sufren abajo con los que la gozan con escasa piedad (aunque cada vez, eso sí, con más miedo).

Pensemos por un momento qué nos quedó como economía argentina. El litoral atlántico lidera los modernismos. Se dan sectores de altísima capacidad de consumo: la turística, automovilística, de indumentaria y universitaria (la de los que se pueden ir afuera). Enfrente, las villas miseria, fuera de la economía de mercado, y una clase media (profesionales y comerciantes medianos) que se les acerca a los “elegidos” cuando consigue posibilidad de crédito.

La meta de la vida plena, fundada en el estilo de los pudientes, ha arrastrado a la producción industrial más importante a satisfacer veleidades extrañas. Así, tenemos varias fábricas de automóviles, que cubren una amplia gama de diversidades. Desde los más modestos de Fiat y VW hasta alguna línea de alto vuelo como la que originan GM o Ford. Claro que sigue importándose mucho (lo de la más alta gama y sofisticaciones, como los 4x4).

Una economía arrasada en sus fundamentos, monopolizada hasta lo insoportable en la terratenencia, en los grandes almacenes, en los servicios públicos, está obligada a sostener una estructura industrial de automotores que no puede corresponderse con una sociedad que encabeza los registros mundiales de desempleo (en países con economía de mercado).

Chile no fabrica: importa. Uruguay: apenas. Brasil, un gigante con el 70% de la población fuera del mercado, está en línea con nosotros.

Claro que el hambre oficial por dineros grava fortísimamente la adquisición de autos. En eso, se asocia a los caprichos de las terminales locales de coches. La mitad de un 0 km es impuesto. Y lo notable es que el valor del usado guarda en buena medida el afán recuperatorio de los impuestos pagados por el 0 km. ¡Qué distorsión! Los precios de los usados tienen que ver más con el recupero impositivo que con sus costos de producción y venta.

¡Fíjense adónde lleva la distorsión por el apoyo a las fábricas de autos! ¡¿Cuántos recursos, que podrán ser empleados en fortalecer producciones necesarias, se cuelan por el mercado de los automóviles?!

¿Acaso no sería suficiente fabricar tres tipos de auto, según usos específicos, y alentar a los inversores a poner la plata en líneas de producción que ayuden a recuperar empleo humano? Y esa industrialización es fundamental para reanimar el interior del país, dando sustancia a una genuina federalización.

Nuestra democracia tiene que enaltecer la solidaridad. Lo reclama la paz social.

Nos urge una vida pólítica plena, con partidos recuperados, federales y representativos, que ayuden a poner en fuga el dominio de las elites y permita reinstalar lo genuinamente argentino. Que no es otra cosa que tener en cuenta al prójimo, imponernos metas solidarias y darle cancha a la enorme riqueza nacional, que está expresada en los laboratorios, los escenarios y las cátedras más prestigiosas del planeta.