
Antes de mediados del siglo anterior comenzaron a multiplicarse los complejos de viviendas. Lujosos o humildes. Residencias de lujo en las ciudades más importantes y barrios populares (típicamente en monobloques) en las zonas habitadas por asalariados.
Esa explosión de las residencias en conjunto aportó valiosas soluciones a muchos que no tenían acceso al albergue propio. Ocurrió sobre todo a partir del primer gobierno de J.D. Perón.
Los gremios intermediaron en los proyectos inscribiendo y adjudicando. El Banco Hipotecario Nacional favoreció el crédito fácil que en muchos casos otorgó casi gratuitamente (especialmente por los avatares inflacionarios) esas moradas.
Claro que aquéllas formaban parte de conjuntos, con áreas comunes; derechos y obligaciones compartidos. La cuestión es que se promovió el acceso a la vida en común sin hacer saber a los beneficiarios lo que correspondía por ley. Era entregar las unidades sin explicar los atributos de la ley de propiedad horizontal.
No tardaron en aparecer severos problemas de convivencia y un alejamiento pronunciado de lo que plantea esa legislación de vivienda comunitaria.
Dejando de lado las extensiones sin permiso de muchas viviendas, el desconocimiento de los administradores, el desprecio de expensas generales, la negligencia en el mantenimiento y la imprevisión por accidentes o daños eventuales, la Argentina pasó a ser escenario de discordias de todo tipo. No había base de educación o persuasión sobre cómo desenvolverse en ese tipo de compromiso social.
La cosa sigue igual. O, peor. Porque los inmuebles se van deteriorando y pensar en renovar esas alternativas es muy, muy difícil en un país tan endeudado y empobrecido.
Por eso proponemos como objetivo de los legisladores imaginar e instalar mecanismos que permitan ordenar la formación de consorcios, haciendo participar a los municipios en la integración de oficinas que ayuden al desenvolvimiento de los mismos.
Hay que hacer bajar la ley para que sirva al gobierno de la gente. Forzar a integrar consorcios, convenir formas de administración, asistir a los menos conocedores.
En homenaje a la convivencia en paz, es otra tarea impostergable.