Maximiliano Montenegro recuerda en su libro "Es la Ekonomía, estúpido" que entre 2007 y 2010 la Oncca subsidió, por pedido de Guillermo Moreno, a la comercializadora de granos norteamericana Cargill por $ 343 millones.
“Cargill es una de las cinco mayores corporaciones norteamericanas –escribe – y la principal comercializadora de granos del mundo, con operaciones en 66 países. Es difícil rastrear otro país donde reciba subsidios del Estado, como sucede en la Argentina.” Cargill pertenece al grupo Unilever, a la cual responden también Bunge & Born, Molinos, Knorr, et cetera.
En ese mismo lustro se canalizaron más de $ 9 mil millones en subsidios a empresas agroindustriales. En el rubro “molinos de trigo”, sólo cinco molinos se apropiaron de 2.250 millones; hicieron lo propio cuatro empresas aceiteras con 282 millones; tres faenadoras avícolas recibieron 1.650 millones y cuatro compañías lácteas 616 millones.
“El resto del dinero –continúa Montenegro– se repartió entre feed lots, tambos y productores porcinos. Semejante lluvia de subsidios no se reflejó en menores precios: la harina aumentó 66%, el aceite de maíz 80%, el pollo 69%, la leche 94% y los cortes de carne vacuna más del 130%.”
Otros sectores que se verán felizmente favorecidos durante 2012 son: AYSA (agua) con $ 4.769 millones, Arsat (satélites), $ 3.654 millones y Radio y Televisión, $ 712 millones (no incluye los 1.000 millones de Fútbol for everybody).
El aumento del 34% de la luz no es un aumento sino, como dijo Boudou, un “redireccionamiento de subsidios”. Como todos sabemos, el Gobierno acaba de ser reelecto y se decidió a modificar la siniestra política de la gestión actual, dedicada a favorecer a los sectores medios y altos. Mi vecino renunció a los subsidios gracias a la influencia moral de Víctor Hugo y de Milena Barone, nieta de Orlando ("6, 7, 8"), flamante empleada de Télam con un salario de $ 7.890.
Usted será, sin embargo, miembro de una minoría: su parte de los subsidios es sólo el 6%, quizá el 7, del total del dinero que el Gobierno reparte con generosidad. El gasto en subsidios creció el 50% este año y llegará a $ 72 mil millones; en 2010 fue de 48 mil millones. Esto equivale al 4% del PBI y casi al 18% del gasto total del país. El 60% de ese monto se lo llevan las compañías de energía, el 28% el transporte, el 8% es déficit de empresas públicas y el resto se reparte con una perinola. En el gasto de 2012, el sector energético recibirá $ 41.735 millones. En el caso de Cammesa, la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico acaba de prestarle al Estado parte de los $ 21.802 millones que recibió: 105,7 millones (suena raro, pero según el propio Ministerio de Economía, el Tesoro recibió a noviembre varios préstamos de distintos organismos públicos como el PAMI, la Lotería o la Superintendencia de Riesgos del Trabajo). En Transporte, se prevén para 2012 subsidios por $ 8.454 millones para las empresas nacionales y populares de colectivos, $ 4.255 millones para los trenes (además de 2.128 millones para el Ferrocarril Belgrano y 1.054 para la Administración Ferroviaria Sociedad del Estado) y $ 2.488 millones para Aerocámpora (a todos los imbéciles que festejaron la quiebra de American Airlines cumplo en informarles que Aerocámpora sigue siendo esta semana una de las tres que más pierde en el mundo y que el resto de las compañías aéreas de la región ganan dinero: TAC, LAN, TAM, etc.).
Otro sector que, a diferencia de usted, seguirá siendo subsidiado es el atendido por la Oncca. La Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario repartirá en 2012 subsidios por $ 2.500 millones.
Las dudas siguen prevaleciendo en dos temas: qué se hará con lo que se ahorra y cómo harán los beneficiarios del retorno (se dice que un 30% de lo repartido vuelve a bolsillos de privilegiados funcionarios) para compensar sus deficit.