En economía se dice que no hay cenas gratis, asegura un experto en temas de energía.
En el caso de los de costos de los servicios públicos, o los pagan los usuarios o los paga el Estado (es decir, toda la ciudadanía, mediante los impuestos), o se da una combinación de ambos.
Cuando la suma de lo que pagan usuarios y Estado no alcanza para cubrir el precio real del servicio, la autoridad tiene dos alternativas: se ajusta por calidad (ejemplo: la decadencia de los trenes del conurbano) o por cantidad (agotamiento progresivo de las reservas de gas y petróleo).
En realidad, resulta muy inequitativo que la diferencia que no pagan los usuarios la subsidie el Estado porque eso hace que, por caso, los habitantes de La Lomitas (Formosa), al comprar pan, estén subsidiando con sus impuestos (el IVA incluido en el precio del pan) los subterráneos de Buenos Aires. Un servicio que muy probablemente nunca usarán en su vida. O que quienes más consumen, más subsidio reciban. Y como los que más consumen son los más pudientes, tenemos típicos subsidios en que los que no pueden sostienen a los que más, al revés de lo que desvelara a Robin Hood.
Para asistir a los que necesitan está el subsidio de demanda (“personalización” del subsidio en el término que utiliza nuestro Ministro de Economía). Esta alternativa, aunque administrativamente mucho más difícil de aplicar, es sustancialmente más equitativa.
Cuantitativamente puede significar alrededor de un 15 a un 20% del indiscriminado subsidio de demanda y, por sobre todas las cosas, no tiene los perniciosos efectos de corto plazo (uso irracional o “despilfarro” de recursos no renovables) y de largo plazo (falta de inversiones, agotamiento de reservas, envejecimiento de activos, disminución de stocks, etc, etc), que caracteriza a los subsidios de oferta.
Cuantitativamente puede significar alrededor de un 15 a un 20% del indiscriminado subsidio de demanda y, por sobre todas las cosas, no tiene los perniciosos efectos de corto plazo (uso irracional o “despilfarro” de recursos no renovables) y de largo plazo (falta de inversiones, agotamiento de reservas, envejecimiento de activos, disminución de stocks, etc, etc), que caracteriza a los subsidios de oferta.
Por fin, al cabo de 8 años y medio, y recién cuando el mantenimiento de los subsidios de demanda se hicieron insostenibles, el gobierno “nacional y popular" cayó en la cuenta que esto no podía seguir así y, para maquillar el ajuste, se lo presenta como una “epopeya”: ¡Se acabaron los subsidios para los Casinos, los Hipódromos, los Bancos, y los que sobreviven en Puerto Madero, barrios parque y countries.
Vale preguntarse a esta altura: ¿quienes fueron los insensatos que se los otorgaron?
Téngase en cuenta que uno de los efectos más negativos de tales subsidios ha sido un crecimiento desproporcionado de la demanda de gas y electricidad, producto de una señal de precios (tarifas regaladas) que incentivó el despilfarro. Por ejemplo, en la Patagonia , donde el gas tiene subsidio sobre subsidios y en algunos casos se paga un 5% de lo que sería una tarifa razonable, la demanda “per cápita” creció un 10% de un año para otro).
AUMENTOS
La resolución del Enargas significa la generalización de un cargo (decreto 2067/09) a todas las categorías de usuarios que antes sólo se aplicaba a los consumos medianos y altos (y se subsidiaba en invierno) y un incremento para las categorías a las que ya se les aplicaba. Un usuario que consume más de 1.800 m3 anuales de gas pasará de pagar 0,27 $/m3 a 0,94 $/m3, es decir un ¡¡¡248% más!!!. Pero no se trata de una aumento de tarifas sino del aumento (previo al anuncio de quita) de un concepto subsidiado. que para algunas categorías multiplicará por 4 o 5 la tarifa del servicio propiamente dicho y que en breve.... se dejará de subsidiar.
Por otra parte, la Resolución de la Secretaría de Energía actualizó los precios horarios para las industrias y estableció un nuevo valor de referencia (“precios estacionales del mercado eléctrico mayorista - MEM”) para las tarifas residenciales, que significará un aumento del orden del 160%.
No se sabe cómo van a disfrazar esto para que no se entienda como un aumento de tarifas.
Un ejemplo paradigmático es Aerolíneas Argentinas, ya que el 100% de la población subsidia con sus impuestos al 5% (mayoritariamente pertenecientes a los sectores “más acomodados”) que usa los servicios de la empresa “estatal” (que sigue siendo propiedad de Marsans).