Vivimos un período de fuertes mutaciones. Lo que sucedió en una década: pérdida de poder relativo de las potencias occidentales, ascenso de China con posibilidades de compartir la conducción mundial, el islam parece fortalecerse por la vía del voto dando lugar al nacimiento de las democracias islámicas y emergen como potencias los BRIC.
En un siglo así, ¿por qué no habríamos de ser testigos de una mutación de nuestros sistemas políticos?
La insinuación parece exagerada. Pero no mencionarlo es ignorar un elemento clave sobre el futuro. Es también llamativo que los hombres que tomaron la dirección política de los países que sufren la crisis más aguda, Grecia e Italia, no son técnicos desvinculados entre sí. Todos tuvieron –y quizá sigan teniendo– estrechos lazos con un patrón común: Goldman Sachs. Esto permite imaginar que los acontecimientos no son como suelen presentarse. No se trata de la llegada de técnicos al poder en dos países. Ellos no sólo representan sus conocimientos para salir del mar de complejidades que exigen las soluciones financieras.
Hay razones para pensar que también representan otro poder.
Así, la crisis trajo en Europa la necesidad de técnicos y los salvadores son los asociados de los causantes de la crisis. Llamativo ejercicio de la democracia.
El nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mario Monti, y el nuevo primer ministro griego, Lukas Papademos, fueron figuras claves de Goldman Sachs. Formaban parte de la red del banco destinada a los contactos en Europa y a recoger informaciones para sus operaciones.
Draghi fue vicepresidente del Goldman Sachs Internacional para Europa. Una de sus tareas fue ayudar a Grecia a “retocar” las cifras de su deuda y su déficit. Son hechos que están en el origen del derrumbe financiero del país y de las severas medidas de austeridad que se aplicarán, incluyendo “la reducción de empresas públicas, personal y sueldo del sector público”, en palabras del representante del FMI en ese país.
Monti fue consejero internacional de Goldman Sachs. Su misión consistía, según el propio banco, en trabajar sobre “los asuntos europeos y los grandes temas políticos del mundo”. Su tarea era la de un “lobbista” ante los gobiernos de Europa.
Papademos cooperó con Goldman Sachs cuando fue presidente del Banco Central griego en el período del maquillaje de cuentas públicas. Una tarea central que tenía el equipo europeo de Goldman Sachs, del cual los nuevos líderes formaban parte, era reunir legalmente información sobre operaciones a futuro y sobre la política de tasas de interés.
No hay mejor situación para obtener información sobre esas políticas que cuando es la misma persona las que las decide, cuando se está de ambos lados del mostrador, en el sector privado y en el público.
Jürgen Häbermas (foto), uno de los más importantes filósofos y sociólogos dijo que luego de 2008 “los procesos de expansión, integración y democratización no se mueven hacia delante, que son reversibles, que por la primera vez en la historia de la Unión Europea, somos testigos del desmantelamiento de la democracia”. Y remató: “Nunca pensé que esto sería posible”.
A menudo, por nuestra propia historia, hemos asociado a la reversión de la democracia al golpe de Estado, cuando se eliminaba el derecho básico de elegir a quién gobierna.
Pero vemos que el desmantelamiento de la democracia puede suceder también cuando se la vacía desde adentro, cuando la voluntad popular, expresada a través del voto, es suplantada por la decisión de minorías que controlan los dos lados del mostrador.