martes, julio 30, 2013

Monopartidismo

La evolución de la vida política nos deja con la cruda vista de partidos vacíos. Han perdido entidad por falta de representación social, de proyección de propuestas y de formación de dirigentes y militantes.
Una mirada constructiva dejaría ver que estamos en camino del monopartidismo. O del nulipartidismo. Y no es para angustiarse.
Las PASO, que volveremos a ejercitar en pocos días, son un inesperado recurso para vivir otra vez la democracia ansiada, vilipendiada por los mecanismos electorales. Las listas sábana, las candidaturas testimoniales, la licuación partidaria con indiferenciación de banderas, nos fueron acercando a una alternativa valiosa. Las “internas abiertas”, que podrán servir para definir elegibles, funcionarían también para ofrecer propuestas y programas a seleccionar por la ciudadanía.
Sería deseable que el fin del voto obligatorio acompañe este progreso, para que elijan los que sienten algún grado de compromiso con nuestro porvenir.
Sea a la altura de las comunas, las provincias o la nación, esa preelección podrá satisfacer la ausencia programática de los partidos y reemplazar este “intercambio de figuritas” que desde hace unos años venimos practicando.
Imaginemos una jornada en la que se pondrían a juicio proyectos y ejecutores sin distinción de banderas y movidos, quizá, a resumir criterios para agruparlos en continentes provinciales y del país.

El camino al partido único, de la mano de la preelección general, no puede dejar de entusiasmar como alternativa para respirar la democracia que les debemos a los que vienen.