domingo, mayo 26, 2013

A la conquista mundial

Como diría Martín Fierro a regañadientes: "Ej la china la que manda". Así parece.
Una idea: los chinos están imponiendo inversiones en los países más pobres (aunque, potencialmente muy ricos). Es el caso de Congo, por ejemplo. Allí hacen y rehacen caminos, construyen hospitales. Obras que ayudan fuertemente al progreso popular. A cambio (y sin apuro, como lo afirman) obtienen facilidades para la explotación, como la minera, por caso. Los congoleños tienen oro, diamantes, cobalto.
Lo que se vislumbra es un horizonte donde el país comunista, que supo convertirse en el gran taller industrial de la economía del mundo (y, también, en el sindicato más poderoso que los capitales puedan enfrentar) está propulsando el crecimiento de las naciones de la periferia del capitalismo central (el que incluye a los socios europeos y asiáticos), acompañando a regímenes populistas (como el nuestro) para crear un contrafrente que equilibre (o venza, se verá) al imperio del dólar.





Por eso hay toda una corriente de grandes inversiones en Sud y Centroamérica, África y en algunas comarcas europeas en las que China, sin preocuparse demasiado por condiciones de asociación, refuerza a determinados sectores sociales para consolidarlos en el poder.
La corrupción no es angustia en el credo chino. Por el contrario, sirve para fortalecer una burocracia voraz y a los empresarios que se le unen en los negocios más voluminosos y oscuros. Al parecer, en cada uno de los países en que se asientan.
Lo que se vendría, entonces, es un megaespacio controlado por los descendientes de Mao y poblado de naciones en las que rige el populismo tan actual.