jueves, abril 02, 2009

Juan Gelman denuncia


El poeta argentino, Premio Cervantes 2007, ha escrito recientemente:

El belicismo es la ideología dominante de la Casa Blanca: ocupa el 48 por ciento de los gastos militares del planeta. Le siguen Europa con el 20 por ciento, China con el 8, Rusia con el 5 (por ahora) y América latina con el 3 por ciento. Esos gastos constituyen el 54 por ciento del presupuesto nacional estadounidense del 2009, contra 6,2 para educación y 5,3 para salud pública, proporciones que no se observan en ningún otro país de la Tierra. El viejo dicho dice que quien quiera la paz debe prepararse para la guerra. EE.UU. prepara guerras, no más.

Inmediatamente después de asumir la presidencia, Barak Obama fue más lejos que G.W. Bush y aumentó el número y la intensidad de los ataques de aviones no tripulados contra las áreas tribales paquistaníes que limitan con Afganistán (The New York Times, 20/2/09). Los mandos militares se proponen ahora bombardear otras zonas, por ejemplo Quetta, capital de la provincia de Beluchistán, y sus alrededores (The New York Times, 17/3/09). Esto provocaría ásperas reacciones de los paquistaníes: Quetta es una ciudad y no el territorio de pashtunes alejado del centro del país.

Casi 30 mil efectivos norteamericanos se sumarán a los que ya combaten en Afganistán y unos 50 mil permanecerán en Irak cuando finalice “la retirada” prometida por Obama en su campaña electoral. EE.UU. no va a disminuir su inversión guerrera, que ha batido ya todos los records desde la Guerra Mundial II. Datos de la Government Accountability Office (GAO, por sus siglas en inglés), encargada de supervisar los gastos del Ejecutivo, indican que el Pentágono ha desembolsado 685.000 millones de dólares desde el 2001 para las guerras en curso y operaciones “antiterroristas” en el Cuerno de Africa y las Filipinas (Reuters, 30/3/09). También para el logro de armas nuevas como el caza F-22, que no cuesta demasiado: apenas 400 millones cada aparato (The New York Times, 31/3/09). La crisis económica no castiga al complejo militar-industrial, como lo bautizara el general Eisenhower.

Obama habló con cierto descuido en el programa Face the Nation del lunes pasado: prometió que continuaría lanzando ataques en Pakistán, pero sólo después de consultar con el gobierno de Islamabad, y declaró que la nueva estrategia que los incluye “no modifica el reconocimiento de Pakistán como un Estado soberano” (www.cbsnews.com, 30/3/0). Pareciera que la cuestión de la soberanía se entiende de diferentes maneras. O está definitivamente herrumbrada.