Notas de interés sociopolítico acerca de los caminos de fortalecimiento de la democracia. Incorporemos la fenomenología del poder a las disciplinas de interés humanista.
lunes, diciembre 03, 2007
COMUNIDAD E IMPERIO
A partir del individuo se concibe la persona: es decir, la unidad humana en sociedad. Se es persona cuando de lo individual surge la relación con otro humano.
Comunidad es la calidad de común que tienen las relaciones humanas. O sea, dos o más personas vinculadas en un momento por intereses compartidos.
Las comunidades que en nuestro idioma se reconocen como familia, ciudadanía, religión, nacionalidad, hinchada, son algunos de los ejemplos.
Las comunidades son las células del tejido social.
Todo reconocimiento de nuestra realidad debe respetar ese concepto.
Interpretar aconteceres locales o mundiales, presentes o históricos es un ejercicio que necesita de esa entidad.
Cuando vulgarmente se recurre a expresiones como “los norteamericanos invadirán Irán” se deberá decir: “la comunidad que ejerce el poder y determina básicamente la política estadounidense proyecta invadir Irán”.
Existe un orden mundial de comunidades sobre el que se estructura la humanidad. Se da una jerarquización correlativa al número de componentes comunitarios. Un credo religioso, el apasionamiento por un artista o un atleta de renombre internacional pueden constituir comunidades de gran extensión.
Una misma población genera comunidades en ordenamientos verticales y horizontales.
Como se indicó, comunidad significa interrelación de intereses humanos dada en un momento determinado (y que puede perdurar o no) y que coexiste con otras comunidades en expresión de diferentes móviles: armonía, beligerancia; dominación, sometimiento; temporariedad o perpetuidad, etcétera.
Toda curiosidad orientada a lo social deberá reconocer ese atributo de comunidad para no caer en la vulgaridad de generalizaciones que estorban o anulan la inteligencia correcta.
En nosostros, cada vez que se refresca una característica de los bahienses se está generalizando un atributo del sector que predomina en esa manifestación señalada. “Los bahienses son cerrados”, por ejemplo, haciendo referencia a una probable forma de ser de la gente de la comunidad más relacionada con lo foráneo.
Cuando Steven Spielberg, en “Munich”, sorprende denunciando que un sector del poder israelí se impuso sustentar la existencia del estado en la fuerza, señala a una porción de la sociedad israelí que presuntamente alienta la predisposición bélica por encima de aquellas comunidades que pregonan una coexistencia pacífica.
Algo parecido se da con la voluntad imperial del gobierno de G.W. Bush, al cual se pudo llegar a acusar de autoatentar (en relación al fatídico 11 de setiembre neoyorquino) para promover la acción armada contra los oponentes árabes.
En general, las estrategias de concertación política significan promover un acuerdo entre las comunidades en pos de una unidad superior.
Toda vez que se pretende originar una comunidad más elevada se arriesga en la debilidad democrática porque se desalienta la participación. Los mecanismos de la representatividad se asientan sobre comunidades progresivamente deshumanizadas. Con ello se intenta afirmar modos de dominación y sometimiento.
La comunidad terrateniente, aliada a la religiosa, a la industrial, la gremial, han dado pie en la historia nacional a las alternativas de dominación perdurable o a los ajustes de estado toda vez que encontraron obstaculizada o restringida su capacidad de mando.
Un proyecto de repoblamiento como el de la Fundación Argentina Siglo XXI (década de los 1980) estableciendo ocho ciudades modelo repartidas en todo el territorio, igualadas en posibilidades culturales, industriales, agrarias, etc., ha tenido en cuenta el concepto de comunidades desde una perspectiva de recomposición y progreso nacional.
Es similar el caso del modelo corporativo peronista de los 50 y los 70, fundado en la institucionalización de todas las comunidades políticas argentinas (la sindical, especialmente).