Hay un reclamo insistente para que se consolide la oposición al oficialismo. Se pregunta por partidos, dirigencia. Se deplora la inseguridad, la desinstitucionalización, la debacle económica.
Soportamos un modelo de ejercicio del poder que maduró diez años y que se afirma sobre un aparato público unitario (con notable acceso a fuentes de financiación), que está asociado a un esquema económico y usurario que aumenta en concentración monopólica. Hoy, el ejecutivo nacional somete a las autoridades provinciales y refuerza la posición de los grandes capitales (dominantes de la banca, la producción y el comercio).
La inflación, desestimada y desatendida, actúa como una herramienta que apura el sobreengorde de las grandes fortunas y el empobrecimiento masivo popular (para agrandar su dependencia de la ayuda oficial).
Frente a esto, la oposición sigue mostrándose como un álbum de figuritas fáciles ordenadas por los medios de comunicación.
Se demanda presencia partidista y algún horizonte que permita esperar una contra electoral significativa ante el atropello K.
Lo cierto es que el modus imperante no necesita de la arquitectura política histórica: pluripartidismo ladeado por congresos ajenos a toda naturaleza de asamblea y una estructura judicial que, además de ser fuero privilegiado de técnicos en leyes (abogados), no puede superar el marco nacional de factores de presión e intereses.
Lo esencial es discutir las posiciones electorales habiendo construido programas de acción: resolver diagnósticos y elaborar recomendaciones basadas en las pretensiones y pesares de las distintas comunidades de la Nación. Eso es lo sustancial: interpretar las realidades regionales y conformar propuestas que se estructuren en un continente nacional. Cada unidad de propuestas, tejida según sus interesados más representativos de cada geografía, podrá ir a una primaria abierta y componer una lista en base a los resultados dados.
El trabajo es estimulante para las universidades, que cubren ya todo el espectro argentino. Tienen que aumentar su compromiso social, reunir a las facciones significantes y elaborar programas de acuerdo a esas perspectivas particulares.
Los dirigentes irán surgiendo y llenando el espectro de candidaturas.
La condición del País exige el esfuerzo de todos los que están con apetito de sostener banderas de dignidad.