martes, abril 30, 2013

La taba nos da Culo


La alta concentración de capitales que caracteriza la situación económica nacional es irreversible.
El modelo imperante, con un aparato público que crece en el dominio de sectores productivos y la asociación con monopolios financieros (y sus extensiones comerciales y productivas) nos da un escenario imposible de revertir.
Esto no es resultado de la estrategia kirchnerista. Viene de la instalación de las fuerzas que acompañaron a C.S.Menem, tras los bloqueos provocados por las hiperinflaciones y la consecuente vuelta de D.F. Cavallo al PEN. Con el plan de convertibilidad se reforzó el desmesurado endeudamiento y el achicamiento de la capacidad industrial.



N.C.Kirchner cimentó su propuesta a través de un grupo político que absorbió enormes recursos financieros explotando un esquema de novedosa y potente corrupción.
Los dueños concentrados de la economía, usando finanzas administradas por el Estado y otras de la banca pública, nos han aportado un esquema de dominio que puede no tener reversión. La monopolización asfixió a la pequeña y mediana empresa.
La democracia se fundamenta en un poder altamente repartido, de tal modo que nadie alcance posiciones de mando fuera de la forma en que lo admite nuestra institucionalidad. Eso ya es historia. El conflicto central de hoy es el grupo gobernante enfrentado a un multimedio. Todo lo que brota es efecto de esa pelea. Hasta la cristinización de la Justicia.
Las estructuras de la oposición fueron desmanteladas por ambos contendientes. Los tiempos electorales urgen y oscurecen toda posibilidad de cambio.
Nuestro horizonte es desalentador. Una economía dirigida por los agentes de la producción se encamina al crecimiento monopólico. El más importante recurso que conduciría a un equilibrio de poderes reside en la potenciación del papel de los consumidores. Sea por la cooperativización u otras formas mutualistas.
Todo un desafío...

sábado, abril 20, 2013

Oposición

Hay un reclamo insistente para que se consolide la oposición al oficialismo. Se pregunta por partidos, dirigencia. Se deplora la inseguridad, la desinstitucionalización, la debacle económica.
Soportamos un modelo de ejercicio del poder que maduró diez años y que se afirma sobre un aparato público unitario (con notable acceso a fuentes de financiación), que está asociado a un esquema económico y usurario que aumenta en concentración monopólica. Hoy, el ejecutivo nacional somete a las autoridades provinciales y refuerza la posición de los grandes capitales (dominantes de la banca, la producción y el comercio).
La inflación, desestimada y desatendida, actúa como una herramienta que apura el sobreengorde de las grandes fortunas y el empobrecimiento masivo popular (para agrandar su dependencia de la ayuda oficial).




Frente a esto, la oposición sigue mostrándose como un álbum de figuritas fáciles ordenadas por los medios de comunicación.
Se demanda presencia partidista y algún horizonte que permita esperar una contra electoral significativa ante el atropello K.
Lo cierto es que el modus imperante no necesita de la arquitectura política histórica: pluripartidismo ladeado por congresos ajenos a toda naturaleza de asamblea y una estructura judicial que, además de ser fuero privilegiado de técnicos en leyes (abogados), no puede superar el marco nacional de factores de presión e intereses.
Lo esencial es discutir las posiciones electorales habiendo construido programas de acción: resolver diagnósticos y elaborar recomendaciones basadas en las pretensiones y pesares de las distintas comunidades de la Nación. Eso es lo sustancial: interpretar las realidades regionales y conformar propuestas que se estructuren en un continente nacional. Cada unidad de propuestas, tejida según sus interesados más representativos de cada geografía, podrá ir a una primaria abierta y componer una lista en base a los resultados dados.
El trabajo es estimulante para las universidades, que cubren ya todo el espectro argentino. Tienen que aumentar su compromiso social, reunir a las facciones significantes y elaborar programas de acuerdo a esas perspectivas particulares.
Los dirigentes irán surgiendo y llenando el espectro de candidaturas.
La condición del País exige el esfuerzo de todos los que están con apetito de sostener banderas de dignidad.

sábado, abril 13, 2013

La inflación como estrategia perversa


La inflación es el cambio creciente y sostenido del promedio general de los precios.
De acuerdo a la costumbre, se trata de definir el término medio del valor de todos los bienes apreciables en moneda y dictaminar inflación cuando ese promedio aumenta con persistencia.
Esa medida tiene efectos sobre los precios que pasan a formarse: salarios, transporte, alimentos, vehículos de la producción, vestimenta, etcétera.
Hay hombres de estado que han aprobado un poquito de inflación como motor del consumo dada la especulación popular de pagar menos hoy que mañana.
La teoría típica casi no quiere hacer mención de que la inflación es un mecanismo de continua absorción de la capacidad de compra de quienes sobreviven con una renta fija (sueldos, jubilaciones) por parte de los que manejan recursos de especulación financiera y de las urgencias estatales para solucionar gastos.
Dejando de lado la naturaleza del tema: de que es una medida difícil, imprecisa , la inflación sirve para nada. O, como en el caso actual, es el aprovechar un recurso para achicar a la clase media (dentro de un proceso de concentración de la oferta).



¿Para qué hay que mezclar el total de los bienes de una economía, asumiendo que son de consumo generalizado? ¿Cuál será la intención de agruparlos en desconsideración de que un grupo familiar no usa cosechadoras ni centrales nucleares, por ejemplo? O que a una petrolera muy poco le interesa la modificación de precios de las hortalizas.
La democracia se fundamenta en la justicia social, en la equidad, el pleno empleo (humano y material) y en la admirable dinámica de generar permanentemente oportunidades de esa ocupación. No hay objetivo superior de la autoridad que el que la compromete a promover el uso global, organizado y eficaz de personas y cosas.
La inflación es una idea estúpida, estéril y equívoca. Es, mejor, la medida palmaria del fracaso de los gobernantes. Es decir: cuando se acepta que el propósito loable es sostener la democracia, mantenerse en inflación es degradar la condición de los menos pudientes. Un fracaso político (salvo en los llamados regímenes populistas).
Con un modelo como el que actualmente distingue a la Argentina, en el cual la concentración es la prioridad ejecutiva y el poder unitario procura aceleradamente asociar a los grandes de la producción material y financiera para reforzar ese camino a la unicidad y el continuismo, la inflación es una poderosa herramienta.
Basta remarcar que las grandes comercializadoras se proveen con hasta un 60% de descuento sobre los precios que pagan pequeñas y mediana empresas; o que tienen vías liberadas para importar lo que necesiten, a diferencia de todas las restricciones que asfixian al negocio de menudeo.
La escalada de precios se neutraliza con autoridad, márgenes de negociación, credibilidad interna y externa y fortaleza institucional. No es éste el momento.