Argentina sobrevino de la fusión de dos culturas: la aborigen y la de inmigración. Como pasó en los muchos territorios de colonización.
El nuestro enseña un litoral atlántico donde se instaló el flujo entrante: europeo y mesooriental (éstos, sirios y libaneses predominantemente). La región central y la cercanía andina es mayoritariamente nativa.
Esos dos estilos culturales difieren en su predisposición productiva, lo que explica la relación de dominación ejercida por los inmigrantes trasatlánticos.
Nuestra sociedad no ha podido aún armonizarse: no ha fructificado en la igualación de oportunidades. La zona de montaña muestra que los efectores de poder son principalmente de cuna europeo- asiática. Han establecido la sumisión de las culturas nativas.
Este planteo procura explicar que el sistema instituido para el desarrollo de los poderes legítimos es desacertado. Ayuda a perpetuar las condiciones de sumisión. El sistema electoral está en la base de esa corrupción.
Será más provechoso para el bienestar social, en caso de mantener el obsoleto voto obligatorio (que puede servir para naciones en incipiencia democrática) instalar las elecciones comunales como esenciales al progreso. Pasar después a las regionales y de ahí a llenar los congresos (que deben ser fundamentalmente asambleísticos, sin permanencia en las funciones) para luego definir a las autoridades ejecutivas en su mismo vientre.
Las naciones más sólidas de Europa son manifestación de esa alternativa. Bélgica, monarquía joven, se maneja desde hace dos años a través de una comisión de legisladores por no haber podido conciliar un Ejecutivo en ese tiempo.
Holanda, que será reinada por una exquisita figura importada, Máxima Zorreguieta, grafica la potencia de la autoridad legislativa. Lo mismo, aunque con un insoslayable socio norteamericano, la corona británica.
Resolvamos cuanto antes nuestras instituciones esenciales. Estamos parados sobre un barrial, al que agravan mecanismos populistas que acrecientan la corrupción y nos alejan cada vez más de las metas de equidad y justicia que nos merecemos.
La imagen es de 2010 y corresponde a la marcha multitudinario de nativos sobre la capital federal en reclamo de sus derechos.