miércoles, agosto 20, 2008

A dos siglos, Paraguay reedita recambio democrático


Fernando Del Corro (www.mercosurnoticas.com.ar)vivió personalmente la asunción de Fernando Lugo. Así, reflexiona:

Entre el 14 y el 15 de mayo de 1811 el Paraguay declaró su independencia. Fue la primera manifestación plena de uno de los actuales países de la región. Desde entonces han pasado nada menos que 197, pocos para la historia humana pero muchísimos si se considera que en ese período hoy, por vez primera, una fuerza política le cedió el gobierno a otra. El reemplazo de Nicanor Duarte Frutos y su Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado) por Fernando Lugo al frente de la Alianza Patriótica por el Cambio (APC) es ese primer relevo apelando a un mecanismo electoral. En estos casi dos siglos sólo ello aconteció por vía de la violencia.

La asunción de Lugo tuvo varias características de trascendencia, amén de esa condición histórica de tanta importancia. Tal vez, mayoritariamente, para la cantidad de asistentes extranjeros a la ceremonia y hasta para algunos paraguayos, dentro de la variopinta y hasta contradictoria representatividad de todos ellos, hayan pasado inadvertidos algunos gestos simbólicos del nuevo presidente. Por empezar su vestimenta que, siguiendo la línea inaugurada por el boliviano Evo Morales, que reivindica a los pueblos originarios, rompe con las formas de la urbanidad occidental del traje y la más reciente corbata inventada ya avanzado el Siglo XX.

Muchos creerán que la camisa con la que pronunció un estentóreo “Sí, lo juro” tiene relación con su condición de religioso, ya que tiene algún parecido con la vestimenta informal de los clérigos. Pero no. Lugo se apareció con la clásica camisa del mariscal Francisco Solano López, a quién luego reivindicó en su discurso. Discurso que no debe haber agradado, entre la melange de asistentes, a exponentes de la derecha argentina allí presentes como a las delegaciones del macrista PRO y de la Coalición Cívica

Y por si fuera poco reivindicó un par de veces al gran revolucionario latinoamericano que fue el presidente José Gaspar Rodríguez de Francia, vilipendiado por la historiografía liberal. La reivindicación explícita de Rodríguez de Francia fue seguida de otras implícitas a medida que fue delineando su futura gestión gubernamental. En primer lugar cuando leyó la carta que aquél redactara y dirigiera al gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata el 25 de julio de 1811 la junta de gobierno paraguaya donde, a la par que reivindicara la ruptura con el tradicional amo español, se manifestara la decisión de no aceptar hacia el futuro ningún otro vasallaje.

Los mayores aplausos a su discurso -amén de los propiciados por la multitud que enarbolaba banderas de fuerzas de izquierda- entre los ocupantes de los lugares reservados a los invitados especiales, partían de políticos, intelectuales, religiosos y otros que también se inscriben entre los partidarios de los grandes cambios sociales. El teólogo de la liberación brasilero Leonardo Boff rebozaba de satisfacción cuando Lugo se comprometió a defender los bosques naturales aún supérstites en el Paraguay y a impulsar proyectos comunes en la materia con los estados vecinos. Boff asesorará a Lugo en la materia.