lunes, agosto 04, 2008

Argentinización K


Miguel Chazarreta, de Río Gallegos, acaba de presentar en www.opisantacruz.com.ar:
Desde el punto de vista ideológico, el peronismo es una ameba. Su historia ha dado evidencias categóricas de tal impresión.
En ese sentido, el rol del Estado es el parámetro orientador de mayor precisión.
Perón estatizó.
Menem privatizó.
¿Cuáles fueron las concepciones ideológicas que sustentaron tales esquemas? Acaso Perón era de izquierda, o Menem de derecha?
Sólo en la última presidencia de Perón confrontaron ambas concepciones. Lamentablemente los muchachos escogieron el campo de batalla para resolver las diferencias y lo que pudo ser una sana discusión ideológica terminó en una conflagración sangrienta que llevó a los argentinos a la larga, negra y sangrienta noche de la última dictadura militar.
Por eso la concepción ideológica es lo menos importante, pues, en ambos procesos -estatización y privatización- subyacía la preeminencia del negociado y es ésta: la ideología de la corrupción, la matriz de un modelo que pretende perpetuarse, siempre acompañando al peronismo en el poder.
El esquema es simple, elemental. Cuando Perón llega al poder las empresas de servicios públicos estaban en manos privadas. Perón las estatizó pagando 3 lo que valía 1. Alguien repartió la diferencia que pagamos los argentinos.
Cuando Menem llega al poder las empresas públicas estaban en manos del Estado. Menem las privatizó vendiendo a 1 lo que valía 3. Alguien se quedó con la diferencia que volvimos a pagar los argentinos.
El hecho es que lo que debería preocuparnos, que es la noción ideológica que necesariamente acompaña cada uno de estos procesos, pasa a segundo plano cuando -con retrospección histórica- comprobamos de que infame manera los argentinos fuimos saqueados, una vez de ida (Paso de lo privado a lo público) y otra vez de vuelta (Paso de lo público a lo privado). Que en realidad no estatizaron porque eran de izquierda, o privatizaron porque eran de derecha, no. Hicieron una cosa o la otra simplemente para chorearnos.
El ejemplo más emblemático de esta táctica fue el acuerdo estratégico de Menem Presidente y Kirchner Gobernador por la escandalosa privatización de YPF, tras lo cual los Kirchner recibieron más de 600 millones de dólares, que se transformaron en 1200, que después se evaporaron en el más absoluto de los misterios, sin que nada ni nadie hayan podido hacer que rindieran cuentas. En el sentido de los grandes negociados los dirigentes peronistas, sean éstos de izquierda o de derecha, siempre han sido “lista única”. Menem y Kirchner demostraron que no existen diferencias doctrinarias o ideológicas que un buen negocio no pueda arreglar.


Entonces, un día, los Kirchner llegaron al poder de la nación, de la mano del peronismo y sus antecedentes. A la sazón cualquier escudriñador de la historia podría haber imaginado que el péndulo se corría nuevamente a la estatización; los unos porque compraron la historia inventada que los Kirchner emanaban de la izquierda setentista y combativa, los otros –más pragmáticos- simplemente porque sospechaban que se repetiría el fabuloso negocio peronista de la reestatización. Pero no fue así.
¿Es que acaso el de los Kirchner es un peronismo distinto al histórico? ¿Estoy diciendo que los Kirchner representan la irrupción dirigencial de “la nueva política” en un peronismo virtuoso? No, de ninguna manera. Si estoy diciendo que los Kirchner forjaron un método innovador para saquearnos a los argentinos, tratando que los argentinos no nos demos cuenta… o que nos demos cuenta demasiado tarde.
Ni privatización, ni estatización… los Kirchner concibieron “La Argentinización”. No se gasten… no hay ningún diccionario que describa el significado de la palabra, pero la palabra existe. Como también existen vocablos parecidos como “argentinizadas” o “argentinizadores”.
¿En qué consiste semejante cosa? Simple: Desde el manejo del Estado participar a los amigos (socios) de los mejores negocios.
La argentinización impulsada por los Kirchner tiene varias vertientes. En principio, en el manejo arbitrario de los fondos públicos para direccionar formidables recursos hacia empresarios amigos. Para ello obtiene el manejo discrecional del Presupuesto (Súper poderes) y, desde esa posición, dispone los fondos a su antojo direccionándolos a la obra pública (Rutas, autopistas, viviendas, puertos, gasoductos, diques, tren bala, etc.,) o a la publicidad oficial que en épocas electorales (que para los Kirchner es siempre) llega a más de un millón de pesos por día.
Con la suma del poder público orienta y promueve la participación de los amigos en negocios formidables, tales como el juego y la explotación de nuestros recursos naturales (pesca, minería, hidrocarburos, etc,) renegando de la estatización y promoviendo la argentinización. Esto es decir que es inadecuado conformar al Estado en titulares de empresas y que siempre será conveniente que las empresas sean manejadas por empresarios.
Eso sí, se proclamará que las empresas argentinas deberán estar en manos de argentinos y se procurará que los empresarios sean connacionales, tan nuestros como el locro.
La pregunta que “queda picando” es la siguiente: ¿Qué diferencia hay en que te choree un empresario extranjero o uno argentino?
O dicho de otra manera: ¿No es mejor para los argentinos en empresario extranjero que no nos robe que un compatriota, que sí?
Enrique Eskenazi es tan argentino como el ombú.
Lázaro Baez es tan argentino como el dulce de leche.
Cristobal López es tan argentino como la birome.
Rudy Ulloa Igor es tan argentino como… bueno… como la cueca.
El método desarrollado por los Kirchner es mucho más ambicioso y audaz que los negociados de la estatización de los 40 y la privatización de los 90 en las cuales los actores se beneficiaban de una sola vez (coimas). La innovación kirchnerista en materia de negociados consiste en asociarse a los empresarios a los cuales se desde el Estado se favorece de modo que las utilidades son constantes, progresivas, ascendentes y-sobre todo- permanentes. Está más que claro que no es lo mismo recibir una coima de una empresa que asociarse a ella. O más claro aún: no es lo mismo recibir una coima de Repsol YPF que adquirir una parte de la empresa.
A raíz de lo que desde el gobierno se practica, produce vergüenza ajena el último informe de Transparencia Internacional, entidad calificada que mide y compara los índices de corrupción de todos los países del mundo. Nuestro país se hunde en la inmundicia; fue calificado con apenas 2,9 puntos sobre 10. La corrupción en la Argentina gobernada por los Kirchner es percibida como "desenfrenada" según los parámetros del organismo. Los países menos corruptos son Dinamarca, Finlandia (9,4) y Suecia (9,3). La Argentina aparece en el lugar 105 de la tabla de posiciones, sobre un total de 180 países relevados. Somalia y Myanmar, con una puntuación de 1,4 puntos respectivamente, son los países con un mayor grado de percepción de corrupción. “Un puntaje inferior a 3 es señal de que la corrupción es percibida como desenfrenada", dice el informe.
La redistribución del ingreso de los Kirchner consiste en eso: en concentrar poder político, económico y direccionarlos a favor de los insaciables intereses de empresarios amigos que, al mismo tiempo, resultan sus propios intereses.
Ahora vienen por Aerolíneas Argentinas, que primero será “estatizado” para que todos los argentinos paguemos la deuda de casi 1.000 millones de dólares que dejó la empresa privada en complicidad con funcionarios gubernamentales que durante todo el tiempo de la concesión tuvo directores (por lo menos, “distraídos”) que representaban al gobierno.
Cuando la economía de la empresa esté saneada, hayamos adquirido nuevos aviones y recuperado todas las rutas aerocomerciales perdidas, pues entonces será el tiempo de la “argentinización”, una vez más destinada a empresarios amigos, que ya les está corriendo la baba por hincar los dientes sobre nuestra aerolínea “de bandera”.
Empecemos todos, entonces, a recitar el siguiente trabalenguas:
“Aerolíneas Argentinas necesitan que la argentinicen, quién logre argentinizarla,
buen argentinizador será”