La destitución de Rodolfo Lopes marca un hecho sin historia local.
El Concejo cortó la carrera del ex jefe comunal. Utilizó prolijamente todas las herramientas institucionales. Se soportó en la sesión la desmesura del concejal Ruiz, quien acusó al cuerpo deliberativo de "golpista".
Cierra una etapa de mucha vergüenza, como lo señalamos meses atras.
La situación actual enorgullece a quienes valoramos a la democracia como el camino a la armonía social. Se ha reivindicado una cargosa y doliente condición originada en pretensiones de impunidad y demostrada irresponsabilidad por parte del Ejecutivo bahiense.
El esquema político respondió satisfactoriamente.
Pero que esta sensación no lleve a engaño. La recuperación de la dignidad corresponde más que nada a la esfera pública institucional.
La democracia no se agota (ni lejos) en la división de poderes, a la que se hizo justa mención en la reunión del HCD. La estructura de representatividad, sea en municipios o estados provinciales o a nivel nacional es una parte del todo político y social.
Lo acontecido fue una reparación del aparato institucional. A esa esfera se le asocian los componentes relativos a la gestión productiva y de consumo.
No vamos a poder consolidar la democracia si no se corrige la concentración de poder ajena al esquema constitucional. Hay demasiada monopolización. Existe excesiva capacidad de mando por parte de intereses ajenos a la genuinidad de los representantes.
El camino a andar es complicado y requiere del compromiso de todos.
El Concejo cortó la carrera del ex jefe comunal. Utilizó prolijamente todas las herramientas institucionales. Se soportó en la sesión la desmesura del concejal Ruiz, quien acusó al cuerpo deliberativo de "golpista".
Cierra una etapa de mucha vergüenza, como lo señalamos meses atras.
La situación actual enorgullece a quienes valoramos a la democracia como el camino a la armonía social. Se ha reivindicado una cargosa y doliente condición originada en pretensiones de impunidad y demostrada irresponsabilidad por parte del Ejecutivo bahiense.
El esquema político respondió satisfactoriamente.
Pero que esta sensación no lleve a engaño. La recuperación de la dignidad corresponde más que nada a la esfera pública institucional.
La democracia no se agota (ni lejos) en la división de poderes, a la que se hizo justa mención en la reunión del HCD. La estructura de representatividad, sea en municipios o estados provinciales o a nivel nacional es una parte del todo político y social.
Lo acontecido fue una reparación del aparato institucional. A esa esfera se le asocian los componentes relativos a la gestión productiva y de consumo.
No vamos a poder consolidar la democracia si no se corrige la concentración de poder ajena al esquema constitucional. Hay demasiada monopolización. Existe excesiva capacidad de mando por parte de intereses ajenos a la genuinidad de los representantes.
El camino a andar es complicado y requiere del compromiso de todos.
El sistema económico ha enseñado mundialmente que no puede resolver nada importante. Su efecto más rotundo (aunque, no, el más notorio) es la concentración de riquezas y poder.
Deberemos reorganizar los cuadros políticos que provean representatividad y confianza popular. Tendremos que consolidar la hegemonía institucional reforzando los poderes de la Constitución a través del ejercicio civil y y el control de sus responsables.
Deberemos reorganizar los cuadros políticos que provean representatividad y confianza popular. Tendremos que consolidar la hegemonía institucional reforzando los poderes de la Constitución a través del ejercicio civil y y el control de sus responsables.
En la foto: Juan P. Tunessi, titular del HCD de Bahía Blanca.