martes, agosto 29, 2006

El tributo que nunca rendimos

El compositor argentino Mario Davidovsky, considerado el padre de la música electrónica, nació en Médanos (a 50 km de Bahía Blanca).
Es uno de los diez compositores vivos más importantes del mundo. Ha declarado que para él la música nunca fue una profesión, sino “una religión, por sus implicaciones filosóficas, éticas y personales”.
Davidovsky empezó a trabajar con la música electrónica a finales de los años 50, sin apenas tecnología, y desarrolló su carrera entre Buenos Aires y Nueva York. Es creador de nada menos que el sintetizador.
En el año 1971 ganó el Premio Pulitzer de la Música por “Synchroniysms No.6”. Palabras de elogio para su música electrónica han marcado que “en él es algo orgánico, no una sucesión de malabarismos ni de efectos especiales”. Davidovsky ha ejercido la docencia en el Instituto Di Tella de Buenos Aires, y en las universidades estadounidenses de Columbia y Harvard.
Es hijo de Daniel, maestro de escuela. Hizo su secundario en el Nacional de Buenos Aires y, con la mochila de la música, que lo acompañó desde sus 13, se dedicó a la matemática.
Tras recibirse fue invitado a radicarse en Nueva York, donde afirmó su proyección inigualable.
Es un hombre de gran cordialidad y sencillez. Recuerda permanentemente a Moisés Luis Tcherbbis, su compañero de banco del Nacional. Este médico jubilado propuso al entonces intendente Jorge Simoni que se declarara a Davidovsky "ciudadano ilustre" de su ciudad natal. El HCD desautorizó la erogación.
Civismo Digital se compromete a reclamar ante Juan Pedro Tunessi (nativo de esos pagos) para que este homenaje se pueda llevar a cabo

viernes, agosto 25, 2006

Reivindicación bahiense

La destitución de Rodolfo Lopes marca un hecho sin historia local.
El Concejo cortó la carrera del ex jefe comunal. Utilizó prolijamente todas las herramientas institucionales. Se soportó en la sesión la desmesura del concejal Ruiz, quien acusó al cuerpo deliberativo de "golpista".
Cierra una etapa de mucha vergüenza, como lo señalamos meses atras.
La situación actual enorgullece a quienes valoramos a la democracia como el camino a la armonía social. Se ha reivindicado una cargosa y doliente condición originada en pretensiones de impunidad y demostrada irresponsabilidad por parte del Ejecutivo bahiense.
El esquema político respondió satisfactoriamente.
Pero que esta sensación no lleve a engaño. La recuperación de la dignidad corresponde más que nada a la esfera pública institucional.
La democracia no se agota (ni lejos) en la división de poderes, a la que se hizo justa mención en la reunión del HCD. La estructura de representatividad, sea en municipios o estados provinciales o a nivel nacional es una parte del todo político y social.
Lo acontecido fue una reparación del aparato institucional. A esa esfera se le asocian los componentes relativos a la gestión productiva y de consumo.
No vamos a poder consolidar la democracia si no se corrige la concentración de poder ajena al esquema constitucional. Hay demasiada monopolización. Existe excesiva capacidad de mando por parte de intereses ajenos a la genuinidad de los representantes.
El camino a andar es complicado y requiere del compromiso de todos.
El sistema económico ha enseñado mundialmente que no puede resolver nada importante. Su efecto más rotundo (aunque, no, el más notorio) es la concentración de riquezas y poder.
Deberemos reorganizar los cuadros políticos que provean representatividad y confianza popular. Tendremos que consolidar la hegemonía institucional reforzando los poderes de la Constitución a través del ejercicio civil y y el control de sus responsables.
En la foto: Juan P. Tunessi, titular del HCD de Bahía Blanca.

sábado, agosto 19, 2006

Justicia K

Visto los sucesos acontecidos por Caperucita en el bosque relatados por generaciones a los niños de nuestro país y considerando: 1) Que Caperucita no desconocía que podía encontrarse con el Lobo.
2) Que tampoco era ajena al hambre del Lobo, ni a los peligros del bosque.
3) Que si le hubiera ofrecido la cesta de la merienda para que el Lobo calme su hambre, no habrían ocurrido los sucesos referidos más arriba.
4) Que el Lobo no ataca a Caperucita de inmediato, y que hay evidencias que primero conversa con ella.
5) Que es Caperucita quien le da pistas al Lobo y le señala el camino de la casa de la abuelita.
6) Que la anciana es inimputable ya que confunde a su nieta con el Lobo.
7) Que cuando Caperucita llega y el Lobo está en la cama con la ropa de la abuela, Caperucita no se alarma.
8) Que el hecho de que Caperucita confunda al Lobo con la abuelita demuestra lo poco que iba a visitarla, hecho que tipificaría un abandono de persona por parte de la joven Caperucita.
9) Que el Lobo, con preguntas simples y directas, quiere desesperadamente alertar a Caperucita sobre su posible conducta.
10) Que cuando el Lobo, que ya no sabe qué más hacer para alertarla, se come a Caperucita, es porque ya no le quedaba otra solución.
11) Que el Lobo ataca, pero tal hecho corresponde a su propia naturaleza y a su instinto natural y animal, exacerbados por la conducta de la susodicha Caperucita
12) Que párrafo aparte para la madre de Caperucita, quien exhibe culpabilidad por no acompañar a su hija.

Por todo lo antes dicho, se revoca el fallo de Cámara, absolviéndose al Señor Lobo y se dispone además: a) Declarar la culpabilidad de Caperucita y su madre por abandono de la abuela.
b) Declarar a la madre de Caperucita por abandono de hija y enviarla al Zoológico local para conocer acabadamente la naturaleza y el instinto animal y los riesgos de la selva, haciendo trabajo social en el mismo lugar por el término de 3 años.
c) Aclarase asimismo en el presente fallo que este proceso no afecta el buen nombre y honor del Señor Lobo.
d) Los costos y honorarios judiciales de este juicio serán responsabilidad de Caperucita y su familia, dejando constancia que al cazador que “operó” al Sr. Lobo para rescatar a la abuelita y a Caperucita de sus entrañas se le iniciarán acciones de demanda por mala praxis y usurpación de títulos.
Publíquese, archívese, y téngase por firme el presente fallo.

martes, agosto 15, 2006

Premios Nobel piden respeto a la soberanía cubana

El dramaturgo británico Harold Pinter se convirtió hoy en el noveno Premio Nobel en respaldar a Cuba ante amenazas de Estados Unidos al suscribir la declaración La Soberanía de Cuba debe ser respetada.
Ganador del Premio Nobel de literatura el pasado año, Pinter se sumó así a la relación de más de nueve mil 200 intelectuales del mundo que rechazan las amenazas de personeros del gobierno de George W. Bush sobre la necesidad de interferir en los asuntos internos de la isla.

Poeta (Desaparecido -2002 y Guerra -2003) y autor de Fiesta de cumpleaños (1957), Vigilante (1959) y Traición (1978), el británico se pronunció por impedir a toda costa una nueva agresión a Cuba.La posición de los intelectuales fue asumida a partir de las afirmaciones del vocero de la Casa Blanca, Tony Snow, de que Washington está listo y ansioso para otorgar asistencia humanitaria, económica y de otra naturaleza al pueblo cubano.

La declaración La Soberanía de Cuba debe ser respetada, dada a conocer en esta capital el lunes pasado, recibió hasta la fecha el respaldo de los tambien Premios Nobel Nadine Gordimer, José Saramago, Wole Soyinka, Darío Fo, Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú, Desmond Tutu y Zhores Alfiorov. El documento fustiga la postura de Washington a raíz de una proclama del presidente Fidel Castro, sobre su estado de salud y la delegación provisional de sus funciones oficiales. Apunta, asimismo, que no es difícil imaginar el carácter de tales medidas y de la "asistencia" anunciada, si se tiene en cuenta la militarización de la política exterior de la actual administración estadounidense y su actuación en Iraq.

domingo, agosto 13, 2006

Fidel cumple 80, hoy

(En la foto, Castro sostiene un ejemplar de "Granma" de este domingo 13 de agosto)

Antenoche recibí un llamado de La Habana que me dejó sin aliento. Un compañero argentino me avisaba: “Parece que Fidel está mal”, y de inmediato la conversación se cortó, generando un insoportable suspenso. A los pocos minutos la CNN informaba que Fidel Castro había sido operado y que por primera vez en 47 años transfería transitoriamente sus responsabilidades de Estado a su hermano Raúl.
De inmediato comencé a llamar a todos los amigos de La Habana sin resultado. Las líneas estaban saturadas. Recién a las doce de la noche logré establecer contacto telefónico con uno de los colaboradores más cercanos del Comandante.
“Las cosas son así –me dijo– como se ha informado. Tú conoces nuestra ética y la del Jefe: jamás le mentiríamos ni le ocultaríamos nada al pueblo.”
Es cierto. Recordé a Fidel, sentado en una silla, aguantando el dolor de su terrible caída al finalizar un acto, cuando anticipó el diagnóstico de los traumatólogos y le explicó al pueblo cubano (y al mundo) que se había fracturado la rodilla y el hombro derecho.
Antenoche, en el comunicado que leyó su secretario Carlitos Valenciaga, resplandecía la misma seriedad, la misma responsabilidad política, la misma precisión al hablar de radiografías, endoscopías y hasta filmaciones del inquietante sangrado que lo llevaba al quirófano. Era el estilo inconfundible del hidalgo que ha cedido transitoriamente la jefatura del Estado cubano.
El colaborador de Fidel agregó que la operación había sido exitosa y que comenzaba un proceso de recuperación. Sus palabras y el tono de su voz me tranquilizaron. El episodio era serio, grave, pero el amigo confiaba, como yo, en la fortaleza del paciente, en ese dominio extraordinario que ejerce sobre la realidad su cerebro privilegiado.
Pensé: “Fidel se va a morir cuando él lo decida y todavía no lo ha decidido”.
Recordé una conversación que habíamos tenido en el Palacio de Convenciones, hace siete u ocho meses. Parecía abstraído, lejano, pero súbitamente me miró como si regresara del futuro y confesó:
“Lo que necesito es tiempo”.
Tiempo para completar lo que él llama “la revolución energética” y le va a significar a la isla un ahorro anual de dos mil millones de dólares; tiempo para que “Cuba sea económicamente invulnerable, como ya lo es militarmente”; tiempo para reconstruir el movimiento de Países No Alineados; tiempo para operar de cataratas y pterigium a seis millones de latinoamericanos en los próximos seis años; tiempo para que los educadores cubanos del programa “Yo sí puedo” ayuden a desterrar el analfabetismo de toda América latina; tiempo para que prospere la integración latinoamericana y el ALBA.
Tiempo, en suma, para consumar una gigantesca empresa humanística que parece descomunal, imposible, para una pequeña isla sitiada de once millones de habitantes y ciento diez mil kilómetros cuadrados, que sobrevive a fuerza de dignidad, a noventa millas náuticas del monstruo. Que nadie espere encontrar aquí una “nota objetiva”: tengo el extraordinario privilegio de contarme entre los amigos personales del Comandante Fidel Castro. Es un honor que me concedió hace poco más de tres años. Antes lo miraba como todos los de mi generación desde una respetuosa distancia. Lo veía instalado en la cima de la historia mundial, pero ignoraba sus rasgos de humor, sus provocaciones y travesuras, su fidelidad de fidel hacia los amigos, su desbordada curiosidad por todo lo humano, su imaginación de navegante y sus hábitos inveterados de conspirador. Su real ternura por los desvalidos.
Una madrugada charlábamos en la sala de reuniones del Palacio de la Revolución y empezó a pronosticar lo que ocurriría a causa del gran terremoto que acababa de producirse en Pakistán. “Pronto vendrán los grandes fríos –me dijo– y los habitantes de los pueblos destruidos comenzarán a vagar sin destino en la ladera de las montañas. Habrá fracturas expuestas, gangrenas, y dolor, un indecible dolor humano. Tenemos que hacer algo.”
Pocos días después, médicos y paramédicos cubanos comenzaban a viajar a Pakistán hasta completar una generosa brigada de 2500. Que en cuatro meses atenderían a 700 mil pacientes. Que permanecerían con temperaturas bajo cero cuando los Médicos Sin Fronteras y los médicos de todas las ONG de este extraño mundo hubieran liado ya sus petates.
En febrero, diez días antes de que mi compañera Ana de Skalon muriera de cáncer en La Habana, él la visitó, como lo hacía con frecuencia.
Se iba ya, cuando se dio vuelta en la sala y le dijo inesperadamente:
–Yo sé que tú luchas, Anita, y me parece muy bien que lo hagas, porque tú y yo pertenecemos a la misma clase de seres humanos.
Ana, desde su agonía, le devolvió una sonrisa.
El día de sus funerales, cuando la condecoró post mortem como “amiga de Cuba”, me llevó a comer con él. No habló de Ana durante el almuerzo, pero mientras me acompañaba a los ascensores, me dijo con una voz inaudible.
–Imagínate lo que sufres tú, lo que sufrió Anita y multiplícalo a nivel universal por los millones que sufren.
Entendí, entonces, lo que le había dicho alguna vez a su amigo Hugo Chávez, que él no creía en la trascendencia del alma, pero aceptaba que el presidente venezolano lo incluyera entre los cristianos.
Hace pocos días estuve con él aquí, en Córdoba, en la Cumbre del Mercosur. Lo acompañé en el acto, en la visita a la casa familiar del Che en Alta Gracia y en un almuerzo tardío el mismo día de su partida.
Hablamos de todo un poco, junto con otros amigos cubanos y argentinos. Hasta de vinos. De tintos que él saboreó con nosotros.
No soy clínico, pero lo vi bien. Animado, optimista. Contento porque a sólo 24 horas de finalizada la Cumbre ya le había comprado a nuestro país cereales y alimentos por 100 millones de dólares. En el palier del hotel saludó a todos los miembros de la embajada cubana y a los policías federales y de Córdoba que lo habían custodiado y querían retratarse con él.
Luego se fue, envuelto como siempre en multitudes. Así lo quiero ver, muy pronto, arropado en el cariño y la admiración que se merece.

Este texto es de Miguel Bonasso, periodista, político, asesor de N.C. Kirchner.

domingo, agosto 06, 2006

Por nuestras voces sometidas


Con la firma de su consejo de administración , el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos emitió una declaración en relación con la guerra en Medio Oriente.

El siguiente es el texto completo:“Lo primero, lo más urgente, lo que no puede esperar es terminar con la muerte de niños, mujeres, ancianos, inocentes, que caen destruidos por las bombas, el fuego de la metralla, los misiles, los ataques suicidas, la barbarie.
Los cooperadores nos pronunciamos categóricamente contra el crimen de la guerra que asuela el territorio de Israel, Palestina y el Líbano.
Hay que poner fin a la irracionalidad bélica, alimentada por intereses espurios, por pretensiones hegemónicas, por la industria armamentista, por la geopolítica y los odios fomentados desde los remotos rincones de la historia y la inmediatez de la intolerancia, la falta de valores, el costado criminal de la naturaleza humana.
Debemos alzar las voces de las mujeres y los hombres del mundo que quieren vivir en paz, que no soportan la discriminación, la xenofobia y el racismo.
Es indispensable que haya un alto el fuego permanente, que cada pueblo tenga derecho a vivir en su territorio, construir su Estado soberano, transmitir su cultura en la lengua de sus antepasados. La masacre cotidiana en el Medio Oriente no es un asunto distante.
No hay lugar para la indiferencia. Nos atañe a todos. Todos los seres humanos –todos, absolutamente– son iguales y merecen vivir con dignidad, crecer, trabajar, formar sus familias, educar a sus hijos, practicar su fe y perpetuar su identidad.
No hay un camino para la paz. La paz es el camino”.

De Civismo Digital:Esta declaración llenó horas de nuestra búsqueda. Tratamos de encontrar una manifestación que sintetizara la angustia y la mudez de quienes confiamos en que no pueden existir diferencias en la Vida.
Es convicción propia que los que proponemos amor debemos reunirnos y superar a los violentos que dominan los resortes del mundo.
Deberemos volver al punto de partida que marcó Camp David, como muestra la foto superior.

miércoles, agosto 02, 2006

Medio Oriente, hoy, según Marcos Aguinis

Sorpresa: se difundió una fatwa contra Hezbollah firmada por Abdala Ben Jabrín, importante sheik wahabi de Arabia Saudita. Asegura que viola la ley coránica quien apoya a esta organización, quien se pliega a ella o reza por ella. Sigue a un documento asombroso publicado el 12 de julio por otro sheik, el kuwaití Hamid al Alí, que condena las ambiciones imperiales de Irán instrumentadas por Hezbollah desde el Líbano.
Estos pronunciamientos son apenas la parte visible del iceberg que anuda viejos y nuevos conflictos dentro de la familia árabe y musulmana, ocultos hasta ahora por el fragor de la obsesiva lucha contra la existencia de Israel.
Es necesario advertir que no todos los árabes quieren un Estado palestino y que más árabes aún detestan a los palestinos, como lo prueba la inexpugnable valla egipcia que impide la fuga de palestinos hacia el Sinaí o las prohibiciones que impiden a los palestinos, en casi todos los Estados árabes, comprar propiedades o gozar de los mismos derechos que poseen los demás habitantes. Basta recordar que fueron asesinados por las tropas jordanas, sirias y libanesas cinco o seis veces más palestinos que todos los que cayeron en sus enfrentamientos con Israel desde hace más de medio siglo. Para entender a Hezbollah conviene tener en cuenta las cuatro corrientes de opinión que prevalecieron en la zona sucesivamente, en tan sólo un siglo.
Trataré de ser breve y claro. Antes de la Primera Guerra Mundial, cinco países que ahora son Siria, el Líbano, Israel, Jordania y los territorios palestinos constituían una provincia pobre y marginal del imperio turco. El movimiento nacional judío, que había comenzado a desafiar la opresión turca desde fines del siglo XIX para constituir un Hogar Nacional Judío en la antigua tierra de Israel, determinó que tras la Primera Guerra Mundial Gran Bretaña fuera encomendada por la Liga de las Naciones para ejercer su mandato sobre lo que entonces empezaba a llamarse Palestina. Este nombre resucitaba la denominación romana impuesta por el emperador Adriano, en reemplazo del militante nombre de Judea.
El movimiento nacionalista árabe, que nació en Siria a principios del siglo XX y fue teorizado por personalidades cristianas y pro occidentales, dijo que “Palestina” era un invento de los sionistas, para independizarla de Siria. En efecto, el nacionalismo árabe de entonces consideraba que toda esa región constituía una gran Siria, opinión que subsiste en ese país. Por eso sus tentaciones para dominar el Líbano e Israel. Esa primera corriente de opinión fue sustituida por la que desplegó el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser sobre el panarabismo, que además de secular era autoritario y estatizante.
Nasser fundó la República Arabe Unida, que ligó por unos años a Egipto con Siria y que debía incorporar rápidamente al resto de los países árabes. La insensata Guerra de los Seis Días acabó con ese sueño. Empezó a crecer una tercera tendencia, que incluía a la OLP. Pretendía un perfil nacional diferenciado para cada país. A la OLP, sin embargo, no le bastaba con crear un Estado palestino en Cisjordania y Gaza, que durante 19 años estuvieron bajo la ocupación egipcio-jordana sin que se hiciera nada para establecerlo, sino que pretendía incluir en ese Estado todo Israel, y conquistar Jordania.
Por eso, en 1971, Yasser Arafat, que había formado en Jordania un Estado dentro del Estado, asaltó el gobierno y fue repelido un septiembre llamado desde entonces Septiembre Negro. Las tropas jordanas asesinaron a alrededor de 20.000 palestinos y luego otros cayeron ante las balas sirias cuando intentaron refugiarse en el Norte. En el Líbano, la OLP formó otro Estado dentro del Estado, hasta que la guerra civil y la intervención de Israel la expulsaron. En esa época nació Hezbollah como una engañosa alternativa pacífica, por su compromiso con la asistencia religiosa y social.
No se limitaba a ella, sino a desplegar una acción terrorista sostenida por el Irán teocrático de Khomeini. Inauguró los crímenes suicidas mediante la matanza de las fuerzas de paz francesas y norteamericanas que habían llegado al Líbano para yugular la atroz guerra civil. Luego habría ejecutado los dos atentados de Buenos Aires (embajada de Israel y AMIA), con el posible apoyo de la embajada iraní. Este hecho inauguró la elección de objetivos civiles para generar infinito pánico. Al mismo tiempo, inició la interminable serie de ataques contra las poblaciones civiles de Israel. Esta es la cuarta y última corriente de opinión, que oscurece a las otras tres. La oscurece porque esta tendencia anhela la reconstrucción del gran califato medieval, que uniría a cincuenta naciones musulmanas bajo una sola conducción teocrática.
No importa la diferenciación nacional, sino la imposición de la sharia (ley islámica) y una guerra perpetua contra los infieles de cualquier denominación. Es curioso que Hezbollah, una organización chiita, fanática y dependiente de Irán, cuente con el manifiesto apoyo de Siria, que es una cruel dictadura castrense secular basada en la minoría alawita. Profundas contradicciones separan a ambos regímenes.
Sin embargo, los dos tienen en común su desprecio por los sunnitas y por Israel. Siria invadió el Líbano en 1975 de la mano de la Falange cristiana que combatía a la OLP, porque también detestaba a la OLP, que interfería con sus intereses en el Líbano, y deseaba un Estado independiente en Palestina, espacio que Siria seguía considerando suyo, aunque no lo expresara en forma transparente. Hezbollah pedalea con un pie en Irán y otro en Siria, merced a tres elementos comunes: odio a Israel, odio a los Estados Unidos y posición ambigua sobre la creación de un Estado palestino en Gaza y Cisjordania (ambigüedad disimulada con las protestas por el sufrimiento palestino, al que no se apresura a ponerle fin, porque siempre los terroristas hacen algo para frustrar la solución negociada).
Llama también la atención que cuando no se quiere tener enfrentamientos con Israel, baste con no atacarlo. Siria, por ejemplo, no ha protagonizado ni un solo cruce de balas con Israel desde la guerra de Iom Kipur. En cambio, hostiliza en forma cínica a ese país por medio de Hezbollah, Hamas y la Jihad Islámica desde el Norte (Líbano) y desde el Sur (Gaza). Cuando se produjo la retirada israelí de la zona de seguridad que mantenía en el Líbano, en vez de que ese territorio fuera ocupado por el ejército libanés, como ordenaron las Naciones Unidas, lo hizo con celeridad extrema Hezbollah, gracias a la protección que le brindaban las tropas sirias establecidas en el valle de la Bekaa.
Sólo ahora se puede advertir que los servicios de inteligencia israelíes fueron ineficaces para percibir la preparación de la guerra en gran escala que efectuaba Hezbollah durante seis febriles años, con un acopio impresionante de armamento, construcción de bastiones, perforación de túneles enormes y un control absoluto de la zona, además de instalar bases de lanzamiento misilístico en barrios densamente poblados, incluso edificios de departamentos y hasta escuelas, que le sirven de atroz escudo.
Siria fue expulsada por la mayoría de la población libanesa tras el asesinato del premier Harari. Pero si algo deseaba la rencorosa Siria era que después de su retiro estallara el caos. Lo acaba de producir su ahijado Hezbollah, precisamente. Los ataques de Israel para bloquear sus fuentes de abastecimiento (aeropuertos, carreteras, estaciones de radar y edificios enteros controlados por esta organización) han provocado horribles daños humanos y materiales a un bellísimo país como el Líbano.
Un país débil que no pudo aplicar la orden de las Naciones Unidas, porque Hezbollah, gracias a la caudalosa intervención sirio-iraní, se convirtió en una fuerza más poderosa que su ejército nacional. Se calcula que cerca del 80 por ciento de la población libanesa, incluidos chiitas, perciben que los frutos de Hezbollah son un derrame de la tragedia, un sanguinario cáncer que les nació en los años 80 y que los llevó a esta guerra mediante su fabuloso acopio de armas y sus incesantes ataques a Israel.
Sin embargo, los libaneses no pueden extirpar este cáncer por sí solos. Además, crece una tensión religiosa trasnacional que ojalá no se transforme en conflagración abierta: los chiitas y los sunnitas se asesinan en Irak y en otras regiones en las que compiten por el poder del mundo islámico. Nunca tantos países árabes y musulmanes se mantuvieron tan inmóviles como en esta lamentable operación de limpieza policial que realiza Israel dentro de un país árabe. Sólo hay discursos: ninguna acción firme.
Ellos parecen agradecer el maldito trabajo que no se atreven a realizar ellos mismos. Hezbollah es un peligro para el Líbano y demás países árabes que no desean ser dominados por Irán ni hundirse en un totalitarismo fundamentalista. Pero Israel tampoco podrá barrer a Hezbollah por completo, aunque se empeñe durante otras semanas que aumentarán el luto de ambas partes. Sólo conseguirá debilitarlo.
Entonces es probable que el gobierno libanés, con sus fuerzas armadas, apoyadas por tropas extranjeras, tal vez por la OTAN, se encargue de acabar la tarea: decomisar el armamento acumulado en túneles o zonas civiles para que el Líbano pueda reconstruirse y volver a ser uno de los países más hermosos, pacíficos, cultos y progresistas de Medio Oriente.
Marcos Aguinis fue Secretario nacional de Cultura con Raúl R. Alfonsín. En la actualidad se muestra muy cercano a R. Lòpez Murphy, ex Ministro de Defensa de F. De la Rua.