martes, noviembre 05, 2013

Inflación y estupefacientes

La inflación es una medida estúpida. Inútil.
Se trata del valor del promedio general de todos los precios de una economía (propios e importados) en pleno aumento, sostenido y persistente. Es irrisorio.
Y pensar que se crea todo un mito social al servicio de la desinformación: ¿cuál es la utilidad de semejante medida, que mezcla tractores y medias; juguetes y barcos...?
El único sentido creíble es el de una pretendida evaluación de la capacidad de gasto del promedio de los habitantes de una nación. Los precios deberían observarse sectorialmente y obtener índices para ajustarlos al castigo de su evolución. Claro que no sirve ni cuando crecen ni cuando bajan globalmente.
Estamos tocando la cuestión de los aspectos más serios de una sociedad en la que la economía es el recurso que debería nivelar condiciones: promover equidades.
Un gobierno con autoridad será el que ejecute medidas tendientes a alentar la inversión y la reproducción del empleo. En la realidad vivimos un engaño descomunal con el cual se nos lleva a admitir como posible la coexistencia de la extrema pobreza a diez cuadras de centros urbanos, como se muestra en ciudades de todas las provincias. Y seguimos rezando para que la Fuerza Superior riegue la solución.
Un aparato público nacional desmesurado y estéril reclama la mitad de cada peso que gastamos (para aplicarla en fines normalmente improductivos). Basta entender que cada familia bahiense que està en situación de poder pagar impuestos entrega dos mil pesos por mes para sostener a la administración municipal. Es así. Son tres millones diarios que la Comuna emplea para llevar a cabo los objetivos que pretende. Los obtiene de las tasas propias y de lo que le llega coparticipado por el PEN y la gobernación bonaerense.
La preocupación más honesta de los economistas debería basarse en el conocimiento de la estructura del poder real que domina a la sociedad: de sus mandamases internos y de los de afuera. Saberlo de cada región y de las tierras limítrofes.

Una nación es un conjunto de fuerzas que en un momento dado origina una resultante, la del poder circunstancial, respetuoso de de aquel histórico y permanente. El modelo vigente luce un aparato estatal sobreexcedido y asociado a determinados vectores que manejan las finanzas, los negocios impuros y los medios de desinformación. Muy poco podrìa estar encuadrado en un anhelable proyecto de democracia real.