sábado, marzo 31, 2012

Soy antiperonista

Lo soy. Por ser antilopezrreguista, antiherminista, antimenemista, antikirchnerista y anticristinista. Porque todas esas fueron versiones disfrazadas de peronismo.

El “brujo”, de enorme influencia sobre el matrimonio Perón, desencadenó el combate antiterrorista propiciando la triple a y la escalada nazi dirigida por mercenarios europeos. Su dominio llevó a la execrable gestión militar de aquel proceso arrancado en el 76.

AntiHerminio porque su escudo gremalista (como sindicalista y empresario) trató de violentar el camino pacífico de los 80 hacia la democracia. Perdió (en las urnas): la gente pedía otra cosa.

La CGT bloqueó la democracia con catorce paros generales durante el mandato de Raúl R. Alfonsín. La central es baluarte electoral del peronismo. Fue y será.



Soy contra de Menem porque no dudó en instalar el modelo reclamado por el imperio: de entrada dio el ministerio de economí a Bunge & Born. Aceptó a Cavallo, quien, merced a su plan de convertibilidad, promovió la postergación industrial y nos endeudó hasta el colmo.

Antikirchnerista porque el santacruceño erigió una estructura de poder sobre riquezas sin  santidad. Avasalló a las provincias y les impuso un regimen de dependencia lubricado por  chequeras ministeriales. Cimentó en Argentina un modelo populista florecido en la prebenda, los amigos y el clientelismo. Eligió rivales de peso para borrar el rol de los partidos de la presunta oposición. Se adueñó de la mayoría de los medios de comunicación para hartar a los de la contra y endulzar a sus seguidores. Montó un festivo escenario sudamericanista para legitimar su proyecto y se asoció a pocos y muy ricos grupos de domicilio nacional (bancos, sobre todo) para apropiarse del esquema productivo.

Su viuda aumentó la cerrazón que ayuda a sólo escucharla, sin diálogo posible. Agrandó la dependencia de los gobernadores, acicateó los enfrentamientos planteados por su marido y le dio a un secretario con gran vocación de lucha (por la agresión en sí) el dominio de la economía. El desbalance empujado por la fuga de dólares (cuando en el resto del mundo los financistas se desvelan por oportunidades en las que volcar su inmensa liquidez) obligó a cerrar la economía e imponer el cambio fijo de divisas, el bloqueo de las importaciones (fueren lo que fueren) y un sensible parate de la producción y el consumo.

No sé qué vendrá después de esto. El daño que le hicieron los “peronistas” a la sociedad es de muy difícil reparación.