martes, diciembre 28, 2010

La Argentina urgente y el Mercosur

Esta Argentina que que amamos y que nos une fraternalmente nos ha obligado a un compromiso cívico ineludible. Hay que recuperar la Democracia.
Tuvimos una hermosa oportunidad en los 80, Ese idealismo fue aplastado por el imperio neoliberal. Los 90 devastaron la economía pública: empresas de producción y de servicios cedieron ante la voracidad foránea y la de sus socios locales.
El futuro más digno se podrá alcanzar si llevamos la economía hacia el dominio de los pequeños y medianos empresarios. Las PyMes son el instrumento más apto para recomponer la democracia económica y fundamentar la estabilidad política.
La contienda más urgente es hacerle frente a la concentración monopólica. Urge contar con un programa de crecimiento y reparto equitativo que ponga al Estado en pos de orientar y asistir a los pequeños empresarios. Debe armarse una red que reparta el mapa de pymes por todo el territorio, sea en nuevos nichos de producción o como satélites de las industrias actuales de alta concentración. Habrá que hacer fluir el crédito accesible y alentar a la agremiación de productores para reforzarlos ante la omnipotencia monopólica.
Se requiere una nueva estructura impositiva que enfile hacia el estímulo productivo y abandone la sobrecarga al consumidor. No faltarán situaciones en las que se deba forzar la disolución del manejo monopólico de actividades que deberán pasarse a estructuras de pequeños propietarios.
La cooperación, tanto en el industria y los servicios como por el flanco del consumo favorecerá el frente antimonopólico. La democracia sindical es otro objetivo insoslayable para erigir agentes en el debate y las propuestas de recuperación nacional.
Acercar las universidades a los protagonistas del quehacer económico es otra gestión que será positiva ante el desafío nuevo.
Este pobre sistema de democracias endebles con aparatos públicos agigantados y con goliáticas formaciones monopólicas sólo podrá enderezarse con más equidad, más libertades y responsabilidades: con menos impunidad y mayor participación popular.
Hay que recomponer un cuadro de partidos que se sustente regionalmente y dé pie al federalismo más genuino. Habrá que renunciar a los sellos inertes y regenerar agrupaciones dinámicas y atrayentes.
El Mercosur es el marco necesario y urgente para avanzar en la consolidación de las democracias continentales. Servirá para establecer nuevos órdenes jurídicos y renovados tribunales dotados de mayor distancia respecto de los factores de poder locales. Hay circunstancias a juzgar que merecen un encuadre superior al de los condicionamientos nacionales. Tribunales del Mercosur podrán aportar objetividades más serias en el rol judicial.
Llevar al aparato público a dimensiones razonables, revisando la sobrecarga de fuerzas militares y de seguridad, que son grandes consumidores de los presupuestos nacionales, también encontrará en el Mercosur un escenario más propicio, apto para unificar políticas y recursos.

domingo, diciembre 26, 2010

Confusión

No cesan los homenajes al recientemente fallecido ex presidente, coincidiendo en exaltar su gestión política y los caminos que habría dejado abiertos para el futuro.
Medios oficiales (y oficiosos), como los canales de TV porteños 7 y 9, destacan el rol de su señora viuda, quien habría superado el desgarramiento y enderezado su objetivo con inteligencia y decisión.
Una visión más realista podría mostrar que lo hecho por N.C. Kirchner es un flaquísimo favor a la democracia.
Renunciando a los inentendibles elogios de Lula y otros mandatarios del Mercosur (para el líder brasileño hay una Argentina antes y otra posterior a NCK), vale reconocer que el ex gobernador santacruceño se prodigó en armar un aparato de poder más que en reforzar nuestra débil democracia. La conducción de H. Moyano frente a la CGT; el apresamiento de los titulares provinciales, sujetos a la chequera de De Vido; los resonantes enfrentamientos con las corporaciones empresarias; el favoritismo a los bancos, son todos aspectos de un esquema de consolidación de fuerza, continuado en CF de K, más que un esfuerzo por unir, representar, proponer.
La inacción ante el vandalismo de los usurpadores y el desarme policial son otra faceta de la ingeniería escogida para concretar ese aparato de fuerza.
Las listas testimoniales (sustituyentes de los partidos que nunca le interesaron reactivar a los K), el voto en internas abiertas y obligatorias, son juegos que muestran la voluntad de borrar a las agrupaciones políticas y defenestrar toda oposición seria.
Es sumamente peligroso para la estabilidad social la gestión ejecutiva nacional desde 2003. Atrás quedó la vocación republicana de democratizar la vida sindical, de federalizar, de alentar a la clase media (hoy, endeble ante los caprichos monopólicos); de vigorizar el sistema de partidos políticos en pos de formar dirigencia, imaginar proyectos, controlar mandatarios.
El escenario enseña un cuadro de figuritas más o menos cambiantes, huérfanas de estructuras políticas, dominado por una facción que seduce por su propuesta de no reprimir (por lo menos, a través de los agentes estatales), de reivindicar a las víctimas de las atrocidades dictatoriales y de repartir frutos con más precisión (aunque más no sea, en favor de algunos pocos elegidos).

sábado, diciembre 04, 2010

Vacío

La forma en que se viene desenvolviendo la gestión política es demasiado riesgosa.
En la presidencia se consolidó un modo de hacer de fuerte individualismo, grosero centralismo, con un soporte de recursos financieros comprobables sólo después de la salida de C.S Menem.
E. Duhalde y N.C.Kirchner entendieron que el poder real se sustenta principalmente en la riqueza. Desplegaron aparatos con filosas herramientas orientadas a lo jugos del clientelismo, los juegos de azar y otros et cetera.



Cristina es la más firme candidata a ocupar el sillón de Balcarce 50 desde el 2011. Su ventaja reside en el manejo de grandes masas de dinero volcadas a la obra pública y a la asistencia popular. Los K dieron a imaginar un “modelo” continentalista, consumista y de expansión de la administración pública. Renegociaron lo más obvio de la deuda externa y dejan compensar la inflación a quienes especulan con el dólar (los precios, ajenos a salarios y jubilaciones, aumentan en moneda USA).
El interior está atado a la caprichosa chequera de un ministerio.
La oposición se despliega en un intercambio de figuritas sin saber, poder o querer activar el partidismo político. Obviamente, sofocan todo programa, preparación de dirigentes, comunicación con las bases.
Este escenario de aparente democracia nos lleva apuradamente hacia el abismo.
Esta sociedad no tiene organicidad institucional. Los cuerpos divisables son estériles: cómo negar el descreimiento en los fueros judiciales, en las fuerzas de seguridad, en la marcha de la economía, en el rol sindicalista.
Si por alguna razón, Cristina no fuere candidata el año próximo, la incertidumbre y la angustia general arrancarían pareciéndose mucho a lo del 2001 y 2002.
¿Qué se puede hacer?
Avanzar hacia la institucionalidad democrática. Recomponer el sistema de partidos. Quizá, lo mejor sería declarar monumentos nacionales a todos los existentes hasta hoy y generar una ley que impulse las agrupaciones a nivel municipal. A partir de éllas, regionalizar, provincializar y nacionalizar.
Esos partidos locales podrían encontrar su identidad en intereses comunes a sectores de la comunidad. Las universidades (hoy, graciosamente repartidas por todo el territorio argentino) deberían hallar las urgencias regionales de su incumbencia geográfica e invitar a proponer soluciones y herramientas.
Los dirigentes surgirán naturalmente de cada sector con representatividad legitimada, creible.
Lo doloroso es ponerse a razonar quiénes podrían, hoy, elaborar un proyecto de ley de esa naturaleza y empujarlo.