Notas de interés sociopolítico acerca de los caminos de fortalecimiento de la democracia. Incorporemos la fenomenología del poder a las disciplinas de interés humanista.
lunes, septiembre 29, 2008
lunes, septiembre 15, 2008
Benito Juárez Mussolini y la candente Bolivia
El gobierno boliviano y, en general, todos los que denuestan a los separatistas bolivianos de la “Media Luna” les están haciendo un favor con ponerles el mote de “neofascistas. El fascismo era cosa de nenes de pecho al lado del nazismo y estos separatistas de la “Nación Cambá” son de lo peor que se ha conocido en la materia: son nazis.
En general en los medios periodísticos y entre los militantes políticos se ha difundido el concepto “neofascista” como simplificación burda de todos los movimientos con algún sesgo autoritario vinculado con aspectos nacionalistas. Y como toda simplificación que abandona las connotaciones específicas tiende a alejarse de las ciencias, en este caso las de carácter social.
Así terminan siendo, en esa simplificación, fascistas grupos autoritarios oligárquicos como el franquismo por igual con el también español falangismo, diferenciados entre sí, aunque fueran aliados en la Guerra Civil Española. También desde el “gorilismo” liberal se ha practicado la definición de “fascista” para un movimiento popular como el peronismo y no faltó quién lo hiciera en el Brasil con Getulio Vargas.
Concluida la Segunda Guerra Mundial judíos italianos contrataron a un gran historiador socialista especializado en los jacobinos, Renzo De Felice, para que realizara una investigación sobre esa colectividad en los tiempos de Benito Juárez Mussolini (nombre que le había impuesto su padre en su condición de gran admirador del presidente mexicano de mediados del Siglo XIX).
De Felice, financiado entonces por judíos, investigó el período. Abandonó a sus jacobinos y concluyó convirtiéndose en el más destacado historiador del fascismo. Su valiosa bibliografía, que algunos rechazan hasta el presente, no ha tenido grandes confrontadores en materia de trabajos de envergadura. Uno de los libros surgidos de esas investigaciones fue, precisamente, “Storia degli ebrei italiani sotto il Fascismo” (Historia de los hebreos italianos bajo el fascismo).
Queda bastante claro que Mussolini y los fascistas no eran antijudíos y que, en una primera etapa, hasta hubo judíos vinculados con el régimen liderado con Il Duce (el conductor). El nacionalismo italiano rescataba la idea del Imperio Romano y en éste hubo emperadores de todo origen, como Felipe El Arabe (244-249), con quién se festejaron los 1.000 años de la fundación de la ciudad.
El autoritarismo fascista, surgido del fracaso expansionista italiano en la Primera Guerra Mundial, recién adquirió características persecutorias de los que no eran parte de la “raza superior” aria cuando la guerra arrastró a Mussolini a convertirse en un pelele de Adolph Hitler. Incluso más de un judío logró salvarse huyendo por la zona de la Francia ocupada por Italia, donde se hacía la vista gorda para muchas cosas.
En los tribunales de Nüremberg, después de la Segunda Guerra Mundial, sólo fue juzgado entre los italianos el general Alfredo Graziani, pero por sus matanzas en la ocupación de Libia, entre ellos el asesinato del viejo maestro y líder popular Omar Mukhtar. Encima, fue insólitamente absuelto.
Pero la ideología de los separatistas bolivianos va mucho más allá de dar palos a sus adversarios como los “Camisas Negras” de Mussolini. Se inspiran, además, también, del predominio del poder económico, en una concepción racista propia del nazismo basada en la absurda creencia de una inexistente raza aria pura representada por las valkirias, cuando la etnografía ha probado la dispersión aria desde Bactriana, en el norte del actual Afganistán.
Precisamente, más allá de los prefectos y sus reclamos por el impuesto al petróleo, el verdadero jefe de todo este proceso es, en los hechos, el empresario cruceño Branko Marinkovic, hijo de croatas que llegaron a Bolivia tras la derrota, precisamente, de los nazis en la hoy desaparecida Yugoslavia a manos del ejército partisano del luego mariscal Josiph Broz (Tito), ayudado por los albaneses e Enver Hodja. Curiosamente Tito había cursado sus primeras letras como revolucionario en la Argentina en la famosa huelga del ex ingenio Las Palmas del Chaco Austral, en la década de 1920.
Ahora bien, la familia Marinkovic estuvo ligada en la Croacia de un auténtico nazi, Ante Pavelic, quién gobernó en los Balcanes tras la ocupación alemana de los mismos. Su república croata incluía las actuales Bosnia y parte de la Dalmacia, además de la propia Croacia. Fue el más paradigmático seguidor del nazismo ya que sus grandes enemigos eran los judíos y los comunistas.
No pudo ser juzgado al término de la guerra porque huyó (ni siquiera e suicidó como Hitler) y vivió escondido en la Argentina hasta 1948 cuando fue descubierto y tras salvarse de un ataque en la zona del Gran Buenos Aires donde vivía, logró escapar nuevamente para instalarse en España, bajo la protección del dictador Francisco Franco, hasta que falleció en 1959.
Marinkovic, en lo esencial sigue las ideas de Pavelic. Sus enemigos son las izquierdas representadas ahora en Bolivia por el Movimiento al Socialismo (MAS), principalmente, en lugar de los comunistas, y los aborígenes, en lugar de los judíos. Quienes lo sustentan, como las grandes corporaciones a los nazis en Alemania, son los principales empresarios de la zona más rica del su boliviano. El mismo es un gran productor aceitero y aspira al poder político. Como Pavelic jugó a la fragmentación yugoslava, luego repetida en los años 1990, ahora Marinkovic juega a la fragmentación boliviana. El viejo nazi croata jugó a favor de los intereses del expansionismo alemán, el neonazi croata-cruceño juega los intereses de los nuevos poderes imperiales de las corporaciones transnacionales.
Fernando J. del Corro, autor de este texto, es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Colabora en la redacción de MERCOSUR Noticias (www.mercosurnoticias.com.ar).
viernes, septiembre 12, 2008
Banderas de Justicia
Hace pocas horas, el jefe de Gabinete de los K, yerno de F. Galmarini, ex lateralista de C.S.Menem, reclamaba que el "delincuente" Antonini Wilson fuese sometido de una buena vez a la justicia argentina, superado el proceso en los EEUU.
¡Qué error de concepto del juvenil astro nacional!
La Justicia, como la Ética, no tiene bandera. La Justicia debe ser una sola y, en todo caso, las insignias representan la nacionalidad de los operadores circunstanciales de la Equidad.
Reclamar que sean los tribunales locales los que sometan las presuntas ilicitudes del señor de la valija (a quien acompañaba un alto funcionario de los K, ya desplazado) es identificar en exceso una presumible parcialidad de magistrados.
Esta glorificada globalización lleva a que los sistemas de generación de Justicia puedan igualarse en todas partes. Pero es obvio que el afán de nacionalizar la causa de los 800 mil dólares (que S. Massa distancia de toda pretensión de uso de campaña K por seguir estando en la Aduana y no haberse podido usar todavía) está denunciando por parte del licenciado intendente de Tigre que es de gran interés de los K que se ahogue en los estrados nacionales.
Esta es otra decepción respecto de nuestros actuales mandatarios, que agrega un tanto a sus fracasos de democracia. Demostraron su desinterés al manejar, como lo están haciendo, el conflicto con todo el Campo. Ahora desprecian la independencia de poderes al reclamar que actúen jueces argentinos sobre Antonini Wilson & Cía.
sábado, septiembre 06, 2008
Cosas de locos
El prestigioso diario italiano Corriere Della Sera publicó la posición asumida por el ex jefe de Estado italiano Francesco Cossiga, quien afirma que todos los servicios secretos del mundo saben que los «ataques» del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas fueron orquestados por organismos de "inteligencia".
Titular del Senado italiano desde 1983 hasta su elección como presidente de la República, Cossiga fue considerado un hombre honesto e incorruptible durante todo el período de sus mandatos, hasta 1992, lo cual le valió respeto general, incluso de parte de sus adversarios políticos. Se vio obligado a retirarse por la hostilidad del establishment político y de la OTAN al hacer pública la existencia de la «Operación Gladio» ( http://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Gladio ).
Las revelaciones de Cossiga dieron lugar a una investigación parlamentaria, durante el año 2000, sobre las actividades de Gladio en Italia. Así se supo que los servicios secretos estadounidenses y los de los países de la OTAN habían perpetrado acciones terroristas «bajo banderas falsas» que causaron numerosas víctimas entre la población civil.
Según el artículo del Corriere Della Sera: «Nos hicieron creer que Ben Laden había confesado [ser el autor] del ataque del 11 de septiembre de 2001 contra las dos torres de Nueva York -cuando en realidad los servicios secretos estadounidenses y europeos saben perfectamente que aquel desastroso ataque fue planificado y ejecutado para acusar de terrorismo a los países árabes y así poder atacar Irak y Afganistán».
Ya en 2001, el ex presidente Cossiga había puesto en duda la teoría oficial sobre el complot, propagada por la administración Bush. Cossiga puso de relieve que el ataque no hubiera podido realizarse sin infiltrarse entre el personal de los sistemas de radar y de la seguridad aérea estadounidenses. Los especialistas de la construcción señalan que la simetría y la cronología del derrumbe de las torres sólo pudo ser resultado del uso de explosivos, ya que el incendio no pudo haber dado lugar al drama.
Es notable que este prestigioso diario cite ahora las declaraciones de tan respetado jefe de Estado. Esto despoja de toda credibilidad las afirmaciones de que la llamada «teoría del complot» es una exageración.
lunes, septiembre 01, 2008
Pedro Brieger
Considerado en el medio televisivo y radial como uno de los especialistas en política internacional, Pedro Brieger forma parte de ese escaso elenco de voces del periodismo argentino que, en los últimos años, intenta aportarle a sus análisis sobre la realidad nacional o del mundo un enfoque diferenciado del barullo superficial y monótono de las opiniones dominantes. De este modo respondió a una requisitoria reciente de Revista "Cabal" (IMFC).
¿Qué periodistas o pensadores de la política internacional admira?
Los que admiro o respeto no siempre son periodistas en el sentido estricto del término. Alguien que ha investigado mucho y escrito trabajos periodísticos extraordinarios, sin ser él exactamente un periodista, sino un pensador y un lingüista, es Noam Chomsky. Sus análisis de la política exterior de los Estados Unidos, o de lo que pasó en Indonesia, son irremplazables. Los escritos de Juan Goytisolo sobre Yugoeslavia, Argelia o el mundo árabe son también indispensables. O los de Edward Said, que tampoco era un periodista, pero escribía también trabajos y columnas para distintas publicaciones que eran estupendas.
El conflicto entre Israel y Palestina parecería insoluble. ¿Es así?
No sólo lo parece, hoy por hoy es insoluble. No se percibe solución alguna a corto y mediano plazo. Por dos razones: en primer lugar porque Israel sigue contando con el apoyo de la primera potencia mundial.
Y, mientras Estados Unidos siga siendo la primera potencia mundial, la situación va a seguir así, como lo han puesto de manifiesto las últimas declaraciones de Barack Obama sobre Jerusalen. Y en segundo lugar porque los palestinos están hoy profundamente divididos,
carentes de una estrategia para lograr un Estado, debilitados profundamente después de la caída de la Unión Soviética, que era su sostén principal de estrategia política y económica. Desde la aparición de Hamas como movimiento de resistencia islámico alternativo, la Organización para la Liberación Palestina (OLP) se ha debilitado muchísimo y no da pie con bola, no sabe cómo encontrar una fórmula para deshacerse de la ocupación, que ya lleva 41 años y que es el tema central que agobia a los palestinos día a día.
No obstante, los palestinos han conseguido un triunfo mediático importante y es que 60 años después de la expulsión de su territorio, en 1948, ahora el mundo comienza a hablar de la nakba, que es la utilización en árabe de la palabra que refleja la expulsión de los palestinos en 1948, la catástrofe, y que durante muchos años no se utilizaba. En realidad, recién hace diez o quince años comienza a utilizarse en los medios de comunicación occidentales esa palabra, que registra que la creación del Estado de Israel tuvo una contracara, que fue la expulsión de los palestinos.
¿Cómo ve el panorama de las elecciones en los Estados Unidos?
No sabemos todavía cuál es el límite y cuál es el techo de Obama. Eso es una gran incógnita. Obama apareció casi como un outsider, para usar una expresión que usan los norteamericanos, alguien que viene de afuera. Un desconocido, como trató de caracterizarlo Hillary
Clinton en un intento de atraerse más votos que finalmente se le convirtió en un boomerang. Obama quiere representar lo nuevo, quiere representar el cambio, sin que tengamos en claro qué es eso. No sabemos todavía qué significa eso que él afirma representar. Tampoco sabemos si va a ganar, por lo tanto, es muy difícil responder qué pasará con estas elecciones, si Obama pierde y se termina acá o gana y se abre una etapa cuyo contenido es por ahora una incógnita. Me parece que lo atractivo de estas elecciones estadounidenses, lo que las hace más interesantes que muchas otras anteriores, es que existe un persona que, aunque forme parte del partido demócrata, viene por fuera del establishement institucionalizado, que además es negro y sostiene discursos que tienen un sentido radical en lo que dice, pero que está en una sociedad profundamente racista, no hay que olvidarlo. Por eso, muchos demócratas van a votar por McCain y no por Obama, precisamente por ese racismo antinegro que hay. Lo que yo digo por ahora es que estamos frente a una de las elecciones más interesantes de los últimos tiempos en los Estados Unidos. Si se aplicara mecánicamente la impopularidad de Bush al republicano McCain se podría suponer que éste perdería, pero es una mala manera de calcular los votos. Pero no nos es posible calcular así. McCain está tratando por otra parte de diferenciarse de Bush, porque es consciente de su impopularidad y no quiere quedar pegado a su figura. Hay algunos analistas que durante la campaña pensaron que McCain era más liberal y abierto que Bush, porque criticó algunas de las medidas del actual presidente. Es un error, que señalé desde un primer momento. Mc- Cain es un conservador, tendrá políticas más abiertas en algunos puntos específicos pero es una continuidad del pensamiento republicano y asegura más guerra en Irak. De eso estamos seguros, pero hay que ver si gana. Un gran interrogante.
¿Cómo ve la situación de Estados Unidos en Irak?
Muy complicada y no le encuentra la solución. De hecho hay rumores de un pacto secreto entre Bush y el gobierno de Irak para perpetuar la presencia de las tropas norteamericanas en ese país. Se intentarían quedar en bases militares durante un largo tiempo.
¿Y el proceso en América del Sur?
Es muy interesante. Por primera vez en mucho tiempo encontramos un cuestionamiento a las políticas neoliberales, aunque se puedan notar contradicciones y diferencias. De hecho existen diferencias explícitas e implícitas entre Tabaré y Evo Morales, entre Lula y Chávez, entre Bachelet y los Kirchner, pero todos forman parte de un mismo proceso. Los mitos neoliberales se fueron derrumbando, han sido profundamente impugnados. Y, en algunos casos, esos criterios antiliberales se están tratando de llevar a la práctica, más allá del discurso. Pero, tratar de cambiar las políticas que imperaban antes de producirse esta nueva situación en América del Sur no es fácil. Cuando Menem hablaba de una verdadera revolución era verdad. Las políticas neoliberales en los años noventa provocaron transformaciones económicas y sociales muy difíciles de cambiar, pero por primera vez asistimos a un debate en otros términos, no hegemonizado por las corrientes ortodoxas neoliberales que rechazaban de plano cualquier reparo que se les hiciera e impedían todo tipo de discusión. Esas políticas se instalaron en América Latina en dos etapas. En la primera a través de la dictadura y Chile es el caso más claro. No había debate, el que se resistía a las políticas impuestas por Pinochet terminaba en una zanja. La segunda etapa es de consentimiento. Se construyó el consenso de que lo mejor para la sociedad era privatizar todo. La población terminó aceptando de buena gana la privatización de trenes, teléfonos, aguas, petróleo, etc, como un signo de bondad, creyendo que ese camino era la salvación. Hoy ese modelo está profundamente desacreditado y es posible plantear una alternativa en lo político y económico, decirle al gobierno de los Estados Unidos que no se le renueva una base militar como la de Manta, como hizo Ecuador; notificarle que no se va a dejar de cultivar coca, como lo manifestó Bolivia; dejar en claro que no se van a aceptar las maniobras militares de sus fuerzas como lo comunicó Venezuela, o transmitirle que no se aceptarán los dictados del Fondo Monetario Internacional como lo hizo Argentina. Hay profundos cuestionamientos de las políticas que hegemonizaron la vida política en América Latina durante dos o tres décadas
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