martes, mayo 29, 2012

Horizonte

En TV abierta (Canal 2 América) fue entrevistado Osvaldo Granados, periodista difusor de temas económicos.



La nota ocupó un extenso espacio en horario central (mediodía). Ante tres colegas, el columnista señaló que el gobierno nacional no está interesado en combatir la inflación (porque le permite bajar la capacidad de compra de salarios y jubilaciones ante retracciones de la oferta) y que es enorme la necesidad de recursos para cumplir con obligaciones inmediatas. Paralelamente, los gobernadores amenazan con emitir moneda alternativa para reforzar sus reclamos de fondos impostergables.


Aseguró que YPF no tiene un centavo para operar y que probablemente use dineros de la Anses. Los españoles se llevaron todo y Eskenazi sólo se dedicó a esperar dividendos para cumplir con su parte de “inversión”. Afirmó que se anticipó debidamente a George Soros para que vendiera su porción en la petrolera antes de la apropiación legal de lo de Repsol.


Anticipó que el dólar blue no puede quedar a mayor diferencia que la de un peso del oficial. La razón es que el fisco tiene verdes en reserva (sobre todo por lo ingresado por los sojeros, a quienes se les pesificó esa renta 2012.


Recomendó que la gente use sus ahorros en consumo.

Describió a los “gordos” del gremialismo como gente ya saturada de riquezas y favores.



Aseguró que es muy difícil corregir el rumbo marcado por Guillermo Moreno en el encorsetamiento del mercado cambiario. Anunció que el mercado inmobiliario será el que más va a sufrir. Deploró la injerencia de la AFIP en el control de divisas, a la que juzga como incomprensible y sin respaldo.

Valorando la actitud valiente y decidida de Granados, duele darse cuenta de que la gente hoy prefiera tomar una expresión individual, que mañana puede ser olvidada, endiosada o despreciada, en lugar de poder buscar en las voces políticas esas razones y propuestas.


El gran empobrecimiento democrático, que se consolida a caballo del siglo 21, luce un vaciamiento muy difícil de recuparar de las instituciones. Sobre todo de los partidos, que deberían ser los canales de acción de los sectores sociales, enarbolando proyectos, programas y figuras que asuman la responsabilidad de analizar y recomendar.

Hoy, los miedos se calman o exacerban con las voces de la radio, la TV o las tintas en una arena de capitales y pretensiones enfrentadas mientras que lo único que se afirma en nosotros es una economía monopolizada frente a un Estado sobreexcedido.

¡Qué doloroso presente argentino, que acrecienta las desigualdades y la injusticia!



sábado, mayo 12, 2012

Recomponer la Oposición


Mientras los argumentos más notorios de la oposición son sumar (por algo y hacia algo), desde las filas radicales se oyen las voces más claras que imaginan cómo remediar el vacío de militancia y compromiso políticosocial que enferma a la Argentina. Rodolfo H. Terragno y Oscar Aguad son sus propulsores.
El autor de Argentina Siglo XXI recomendó erigir aquel “gabinete en las sombras” conocido en Inglaterra. Hace ya varios años impulsó el crear en cada partido un cuerpo dedicado a emular a la dotación oficial de ministros para entender y corregir sus acciones. La fórmula es aplicable en todos los niveles de gobierno, incluidos el provincial y municipales.
Se trata de componer un gabinete paralelo que analice y sugiera, área por área del cabezal del Ejecutivo, exponiendo sus razones y mostrando públicamente una presencia y una voluntad convocante.


Complementariamente, el cordobés Oscar Aguad, diputado nacional, está habituándose a sentenciar que sin programas no hay alternativas de oposición. Dar cuerpo a nuestras alicaidas, languidecientes líneas partidistas es poner como eje la conformación de proyectos que identifiquen representatividad y proyección. Asegura el legislador que los programas darán sustancia a la vida política haciendo reconocer con constancia y examen permanente las matrices de las agrupaciones civiles.
Esos parecen los móviles más notorios para la reconformaciòn de los partidos políticos, escuelas de formación de militantes y funcionarios y canales legítimos de comunicación entre las bases populares y los gestores de gobierno.
Como hace tiempo señalamos en este mismo espacio, será necesario entender la validez de poner en marcha esa estrategia del “shadow cabinet” en las casas partidarias de cada ciudad que ostenten predicamento y capacidad de atracción sobre los diversos estratos de la sociedad.

sábado, mayo 05, 2012

A la Señora Cristina

Texto de Marcos Aguinis publicado por La Nación.

Usted es una de las figuras políticas nacionales con mayor potencia interna en el mundo, sólo superada por los dictadores. Es cierto que aún no se le puede endilgar la ofensa de dictadora, pese a su temperamento autoritario: las instituciones republicanas siguen respirando, aunque muy debilitadas. Tampoco se le puede quitar legitimidad a su puesto. Es casi omnipotente. Habla como los dioses. Sus discursos podrían ser material de aprendizaje para los maestros de oratoria. Alterna informaciones eruditas con bromas y preguntas. Puede mantener la atención de su audiencia por varias horas. Es mujer. Es bonita. No es genio pero sí muy inteligente. Está provista de una larga y envidiable experiencia como legisladora. Cursó Derecho. Conoce a fondo una de las provincias más periféricas del país y conoce a fondo el poder central. Tiene mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso. Los gobernadores -sin excepción- se inclinan respetuosos y casi mudos. El Poder Judicial tiembla ante su humor. Hasta los intendentes sembrados desde La Quiaca hasta Ushuaia quieren recibir su ternura. Controla al partido político mayoritario con simples ademanes. Los empresarios se le arrodillan. Los gremialistas le tienen miedo. La prensa independiente u "opositora" mide sus palabras y busca equilibrios para no excederse.
Y paro aquí.


Llenaría este artículo con la pormenorizada descripción de sus cualidades y sus recursos. Pero mi propósito es otro. Explicarle la frustración que sentimos la mitad de los argentinos -cada día somos más- por no desempeñarse usted como la presidenta que podría ser.
No estimo que necesite datos. Puede convocar a quienes desee -pero que no se limiten a regalarle mentirosos elogios- para que le expongan verdades sobre la situación a la que nos arrastra su política. Está mal asesorada, señora. Está mal asesorada por personas que considera leales y visionarias. Pero no tienen las luces de una buena memoria que les recuerde algo simple: sus medidas ya fueron usadas y, tarde o temprano, acaban en el desastre.
Peronistas y antiperonistas elogian el segundo y muy breve gobierno de Juan Perón. Están equivocados. Deberían aprender del último tramo del primer gobierno. En el año 1950 -que recordamos como el Año del Libertador San Martín-, empezó a mostrar fallas el modelo que se había puesto en vigor y que usted ahora conduce. El exceso de controles, la represión a la prensa, el desprecio a la oposición, dividir el pueblo entre leales y contreras, el clientelismo impúdico, la manipulación de los sindicatos, el despilfarro de las reservas y las estatizaciones (que aumentan la burocracia, la ineficiencia y el déficit) nublaron las grandes realizaciones del Perón y Evita de los primeros años. Ese presidente Perón, antes de su caída, comprendió parte de sus errores y volvió a mejorar la situación económica. Lo comprendió mejor al regresar de España, es cierto. Pero sería justo recordar que su mente ágil y pícara supo que debía hacer un giro importante ya antes de 1955. Por eso disminuyó los controles y permitió que los líderes opositores tuvieran acceso a los medios masivos de comunicación. Le reportó extendida gratitud que por primera vez en muchos años hablasen por la cadena nacional políticos como Arturo Frondizi y Solano Lima. Pero más notable fue otra decisión. Se pretende borrarla porque choca con el patrioterismo infantil que intoxica las neuronas argentinas. El presidente Perón negoció nuestro petróleo con la California Petroleum Co. Sabía que necesitaba una caudalosa inversión extranjera. No alcanzaban los vacuos gritos de soberanía ni en su boca. Perón, que había sido proclamado en la casa histórica de Tucumán como Libertador económico de la Argentina, no era un vendepatria. Ese proyecto fue llevado a cabo más adelante por Arturo Frondizi.
Frondizi fue un estadista ejemplar. Tuvo el coraje de poner a un lado concepciones arcaicas y subirse a un genuino tren progresista. Es decir, un progresismo que trae progreso de verdad, no sólo discursos. En brevísimo tiempo consiguió el autoabastecimiento. En otras palabras, consiguió una soberanía económica que no se basaba en agresiones estériles, expropiaciones ni aumento de la desconfianza internacional. Otra de sus medidas estratégicas fue la libertad de enseñanza, que los "progresistas" de entonces condenaron. Estimuló una industrialización acelerada con medidas que daban vértigo, pero que estaban respaldadas por la majestad e independencia del Poder Judicial. La Argentina volvió a recuperar un dinamismo olvidado y convertirse de nuevo en un país relevante y esperanzador.
Usted, señora Presidenta, puede hacer lo mismo e incluso más. Bastaría repasar sus éxitos y fracasos que sólo los ciegos no ven. Le diría que debe comenzar con las tres medidas que tomó el mismo Perón antes de su exilio. Pero puede -y debería- añadir otras. La Argentina que ahora gobierna con todas las plenipotencias no es la de 1955. Desde esa época hasta hoy la decadencia ha sido permanente. Hemos disfrutado breves momentos de recuperación, es cierto, pero no alcanzan. Las toxinas patrioteras, falsamente progresistas, que nunca pueden terminar con la pobreza y embriagan mediante consignas estériles, deben ser atacadas a fondo. Usted lo puede hacer.
Es un buen ejercicio comparar la sociedad con el cuerpo humano. Incluso con la supervivencia de todos los seres vivos. Nos sostiene un equilibrio misterioso. En su caso, señora, es obvio que debe reemplazar la ausencia de tiroides con una medicación. Pero no se podría vivir bien con una pastilla para despertar y otra para dormir, una para tener hambre y otra para estar saciado, una para ingerir líquidos y otra para dejar de beber, una para estar alegre y otra para estar sereno, una para acelerar la actividad hepática y otra para disminuirla. Y así sucesivamente en todos los órdenes de la existencia. Sería peor que la más asfixiante de las prisiones. Sin embargo, es lo que su gobierno pretende hacer con la nación argentina. Control sobre todo, todos y todas. Prisión con guardianes sádicos. Igual que los fascismos clásicos de derecha o izquierda (Mussolini, Hitler, Stalin, Mao, Castro). Guillermo Moreno fue elogiado por usted como el mejor de sus funcionarios porque es un obsesivo del control. Un control que recuerda a los fanáticos de la Inquisición o de la Sharia. ¿No se dio cuenta de que es el hombre más detestado del país, e incluso fuera del país?
También usted anhela controlar los pocos medios de comunicación independientes que aún funcionan pese a la discriminación de la pauta oficial. ¿Para qué? ¿No ganó las elecciones con el 54% de los sufragios pese a esos medios? ¿En qué le han disminuido su poder? Un análisis objetivo -los análisis objetivos son dolorosos- diagnosticaría que la rápida pérdida que ahora sufre su imagen se debe a sus propias acciones, no a los medios de comunicación.
Fíjese, por favor. Las impugnaciones a su enriquecimiento ya quedaron en el pasado. Puede estar tranquila con la fortuna acumulada. ¡Entonces no permita más corrupción! Haga como Dilma Rousseff, que echó a cinco ministros y con esa medida ejemplar puso límites a toda la suciedad que enloda la entera pirámide del Estado. Deje que la Justicia sea independiente. ¡Independiente de verdad! Que juzgue como es debido a Boudou, a Schoklender, a la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo, a legisladores, gobernadores, intendentes, legisladores y demás funcionarios que confunden los votos obtenidos con garantías a su impunidad. Que la Corte Suprema deje de parecer un gnomo golpeado, porque ni siquiera ha conseguido reponer el fiscal de Santa Cruz.
¿Le parece que una democracia respetable puede aceptar que grupos de matones enmascarados se vuelquen a la calle, agredan embajadas y hasta hieran a las fuerzas de seguridad? ¿No deberían ser arrestados, desenmascarados y sancionados? ¿Desde cuándo en una democracia se tolera el encubrimiento de la identidad?
¿Le parece que los piquetes tienen derecho a continuar con su diaria diversión de bloquear las rutas para destruir la jornada laboral de centenares de miles de argentinos? ¿No es hora en que su poder, señora Presidenta, hiciera saber que usted gobierna para todos, no para transgresores de pacotilla?
¿No le preocupa el aumento del enojo social? Ha comenzado una guerra de pobres contra pobres. Basta registrar lo que sucede en los medios de transporte. Esto es como un volcán que despierta. ¡Cuidado por ahí!
Sabe mejor que nadie cuántos chanchullos se han cocinado en la privatización y ahora en la nacionalización de YPF. Sabe que el objetivo de su última medida es de corto plazo, para mejorar su imagen mediante las hogueras del patrioterismo y engordar la debilitada caja (si la engorda). Sabe que su gesto se parece al de Galtieri invadiendo las Malvinas y Rodríguez Saá proclamando el default . Ambos fueron aplaudidos. Pero después nadie aceptó haberlos apoyado. ¿Qué espera en el futuro?
Observe cómo se procede en países como Australia o Canadá. Allí no hay Morenos ni Quebrachos ni piquetes ni corruptos en cargos públicos ni subsidios clientelares ni locas medidas de corto plazo. Piénselo. No se recluya en el falso argumento "destituyente". Por ahora la oposición no le hace sombra. Si usted se convirtiera en la presidenta que podría ser, tiene la oportunidad de pasar a la historia como alguien que hizo mucho más que llevarnos al abismo.