martes, marzo 25, 2008

Memorias de Golpe


Desde el día anterior seguramente muchos ya lo sabíamos.
Un ya fallecido integrante de las Fuerzas Armadas me lo había confiado. Fue en un bar de Corrientes y Leandro N. Alem, a pocas cuadras de la Casa de Gobierno. Pasó raudamente y dijo que esa noche se iba a dar el golpe. Me advirtió que no fuera a dormir y esperara noticias. Esa noche trabajaba en Efe y le hice caso a mi informante. Un par de horas después de la medianoche con una señal prefijada me confirmó los hechos. El golpe había sido dado y tuve el dudoso honor de dar la primicia mundial a través de un cable de Efe que firmé como Juan Santillana.
Pocas horas después, un compañero de Télam me llamó para decirme que tenía prohibida la entrada a la agencia. Hoy, sí, es un honor haber encabezado la lista de despedidos, el mismo día del golpe.
En verdad, el golpe tenía el propósito de transformar el país. Fue la consecuencia del fracaso de el “Rodrigazo” de 1975. José López Rega, el ministro de Bienestar Social, que influía decisivamente sobre la presidenta María Estela Martínez, había llevado al Ministerio de Economía a Celestino Rodrigo, un ingeniero que viajaba en subte y cuya mayor trascendencia era la de ser miembro de la logia “Anael” del propio López Rega. El plan se lo había elaborado Masueto Ricardo Zynn, un economista que luego también fue clave para preparar el plan de José Alfredo Martínez de Hoz.
Este, unos meses antes, en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires había dado una charla dentro de un ciclo organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP), que presidía Guillermo Walter Klein, hombre decisivo, más tarde en el equipo del “Joe” Martínez de Hoz.
Éste, allí, fue muy claro. La democracia y la economía son incompatibles. (Lo hice notar en el cable que escribí para Efe). No puede ser, dijo, que un mismo diputado vote una norma económica, otra sobre salud pública y otra sobre seguridad. Cada cosa debe ser manejada por especialistas, designados sin elecciones mediante.
Claro que eso se contradijo en los hechos cuando el Parlamento fue disuelto por los militares y en su reemplazo se designó a la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL), integrada por nueve altos mandos, tres de cada arma. Seguramente expertos en ciencias universales.
El 24 de marzo de 1976 con el gobierno de la Junta de Comandantes liderada por el entonces general Jorge Rafael Videla, del Ejército, asumieron todos ministros militares. En Economía lo hizo el general Joaquín de Las Heras que duró hasta el 2 de abril. Ese día se hizo cargo de la cartera Martínez de Hoz y si hasta entonces alguien pudo tener alguna duda todo quedó despejado. Pero la población seguía contenta. Esa mañana del golpe, al salir de Efe, en Corrientes 456, vi todas caras distendidas. Se había terminado con la pesadilla de soportar, no tanto a un gobierno, sino a todo lo que se decía de él, en particular desde el diario “ La Razón ”, conducido por Félix Laiño. Muy pocos imaginaron lo que iba a suceder.
Para una buena cantidad de alucinados militares se trató de una lucha contra la “subversión apátrida”. Pero para el poder económico era la forma de transformar una sociedad que se había aferrado a un modelo que persistía desde el golpe nacionalista de 1943 y, más aún, desde el peronismo de 1946. Para eso había que terminar con toda una estructura de poder que, más allá de las dirigencias sindicales, se asentaba en las propias comisiones de fábrica. Hacia ahí apuntó centralmente el genocidio con sus 30.000 desaparecidos para siempre.
Hoy ya muchos coinciden en la relación fracaso del Rodrigazo y el golpe. Uno de los que me lo admitió no hace mucho fue Oscar Tangelson, siendo viceministro de Economía de la Nación. Pero lo más notable es que, de una manera menos enfático, nos lo dijo el propio Martínez de Hoz cuando lo entrevistamos con Marcelo Bonelli (destacado periodista argentino), Roberto Romero (por entonces director del diario “El Tribuno”, de Salta y presidente de la agencia “Noticias Argentinas” y luego gobernador de su provincia). Fue en 1981, cuando se preparaba el golpe contra Roberto Viola para lo cual el propio Martínez de Hoz había dado letra a Emilio Perina para escribir “La máquina de impedir”.
Evidentemente el golpe y los más de siete años y medio del llamado “Proceso”, cambiaron para siempre la Argentina. Un país que, con todo, funcionaba en un marco razonable aunque necesitaba dar un salto cualitativo. Pero desde entonces se recuperaron viejas lacras perdidas décadas atrás, muchas de las cuales aún no han podido ser erradicadas nuevamente, entre ellas una deuda externa que, cuando asumió Martínez de Hoz rondaba los 6.000 millones de dólares estadounidenses y que luego, exponencialmente, trepó a los alrededor de 200.000 con los que se encontró el actual gobierno y que, más allá de quitas y renegociaciones, continúa siendo un importante condicionamiento. Para la destrucción del país y el empobrecimiento, y en muchos casos miserabilización de su gente, es que hubo quienes no dudaron en secuestrar, torturar y asesinar a 30.000 personas en combinación con las dictaduras vecinas de Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, como parte de una estrategia global para la región, aunque en el caso de Brasil, luego del paso de mando del mariscal Humberto Castello Branco al general Arthur da Costa e Silva, el sometimiento a la economía estadounidense y al mundo de las finanzas, comenzó a girar hacia el desarrollo de una fuerte burguesía local.
El 24 de marzo de 1976 fue, seguramente, el día más trágico de la historia argentina. No porque no hayan existido otros, pero en ningún caso la envergadura de sus consecuencias fueron tantas y tan graves. Por eso no había lugar para leyes como las de “Obediencia Debida” y “”Punto Final”. El lento, pero continuado proceso de juzgamiento que se sigue en la Argentina es casi único en el mundo. Solo se registra un antecedente, y de menos envergadura a la larga, pero que merece ser recordado: el del gobierno conservador de Konstantinos Karamanlis, cuando mandó a la cárcel a perpetuidad a los coroneles griegos liderados por Yorgos Papadopulos, que gobernaron entre 1967 y 1974.
Texto de Fernando J. del Corro, docente de la UBA, historiador y periodista. Participa de www.mercosurnoticias.com

miércoles, marzo 12, 2008

El último romántico


Hoy cumple 81. Es uno de los grandes seductores de la política argentina. No hay muchos más.
Ganó la Presidencia abrazando a todas las reivindicaciones. Las más urgentes. Prometió democracia cívica, sindical, económica, externa. Fue derrotado por el aparato concentrador de un sistema básicamente antidemocrático: el que admite los monopolios privados y públicos.
Se fue diciendo: "no pudimos, no quisimos, no supimos". Cometió el enorme error de no ejercer la autoridad que le fuera concedida.
Fue el último romántico. Persuadido de que el poder es una construcción social, se aferró a la Constitución y originó un gabinete de valiosas individualidades.
No aceptó que, al contrario de los actuales y más recientes, en un esquema dominado por los monopolios la fuerza política se basa en la potencia económica y financiera de una estructura.
Es un ingenuo. Mucho más que los que lo forzaron a renunciar y que quienes hoy gobiernan.
Feliz cumpleaños, RA.